En una ocasión entrevisté a un pirómano. Era de Lleida y había sido detenido por incendiar bosques cercanos a su pueblo en varias ocasiones. Parecía alguien completamente normal, joven, con empleo y familia estructurada. Sin embargo, cuando escuchaba las sirenas de los bomberos, observaba los helicópteros e hidroaviones sobrevolando el incendio y veía crecer y avanzar las llamas le provocaba tal excitación que necesitaba repetir la escena para disfrutar con ello. Era un enfermo con un trastorno del control de los impulsos que le llevan a repetir el delito una y otra vez. Es muy poco frecuente, apenas un 3% de los que queman los bosques son como él.
¿Quién entonces ha provocado casi 50 muertos en cinco días en la península ibérica? En España, por ahora hay en prisión un brigadista al que se le acusa de provocar al menos seis incendios justo antes de empezar su turno de trabajo. Quemó centenares de hectáreas desde el pasado julio en incendios que cercaron casas y provocaron importantes pérdidas económicas. Sucede como con los pederastas que buscan empleos cerca de los niños, los pirómanos lo hacen cerca del fuego. Pero él solo no ha podido provocar la masacre que hemos vivido en Galicia, Asturias y Castilla-León.
A los pirómanos hay quien les califica de terroristas y con razón, incendiarios de bosques que provocan la muerte de personas
Históricamente han quemado los bosques intencionadamente quienes tenían intereses en ellos, pastores para tener más pasto para sus rebaños, los contrarios a la repoblación forestal con pinos y eucaliptos para que árboles autóctonos ocupen su lugar, otros por intereses inmobiliarios, usando triquiñuelas legales y con paciencia si es posible recalificar un terreno quemado y que pase de rural a urbano. Incluso en Galicia se especula con la posibilidad de que importantes narcos gallegos estén detrás de algunos de estos incendios para desviar la atención de las fuerzas de seguridad y mover de Galicia un cargamento importante de droga.
Los narcos gallegos se han pasado recientemente de la cocaína a la heroína utilizando las Rias Baixas como lugar principal de distribución. Llega desde Afganistán en barco a Galicia y desde ahí se distribuye por toda Europa. Los dos mayores alijos de heroína interceptados en la comunidad europea el último año han sucedido en Pontevedra.
A los pirómanos hay quien les califica de terroristas y con razón, incendiarios de bosques que provocan la muerte de decenas de personas y daños materiales incalculables sin embargo, las leyes que se les aplican no son las que castigan el terrorismo. En su mayoría los que queman el bosque no pisan nunca prisión. En los últimos 10 años solo ocho de los 325 condenados a prisión por este delito han ingresado en una cárcel. El resto, aun siendo condenados, lo fueron a dos años o menos de prisión y al carecer de antecedentes la evitaron. Solo el 2,4% ingresan en un centro penitenciario, además rara vez este tipo de condenas se cumplen íntegras, el buen comportamiento de los condenados ayuda a conseguir su libertad en pocos meses.
La mayor condena por este delito en España fue de 17 años y seis meses de prisión, la dictó la Audiencia de Baleares a un vecino por provocar 24 incendios con riesgo de vidas humanas en el verano del 2012 en Mallorca y Menorca. Le sigue la condena de 10 años y un día a un guardia civil pirómano de Navas del Rey, en Madrid. Provocó 20 incendios en el 2013, uno cercó una guardería y obligó a desalojar a los niños. Cuando fue detenido tenía 29 años y cinco de antigüedad en el cuerpo.
En los últimos 10 años solo ocho de los 325 condenados a prisión por este delito han ingresado en una cárcel
Aunque nuestro código penal puede condenar con hasta 20 años a los pirómanos si ponen en riesgo vidas humanas, nunca se aplica la pena máxima. El pirómano confiesa y se alcanzan acuerdos con Fiscalía. Provocar un incendio sin peligro para personas se condena de 1 a 5 años de prisión, si es espacio natural de 3 a 6 años y si no es zona forestal tan solo dos años. En todos estos casos la prisión suele evitarse abonando multas económicas. El Parlamento Europeo pidió a sus estados miembros aumentar las penas para este tipo de delitos en el 2009.
De todas formas, ¿qué médico especialista puede asegurar que una vez salen de prisión no volverán a cometer el delito? El control de impulsos no es una ciencia exacta ni los fármacos que ayudan a controlarlo son milagrosos. Pide Greenpeace presupuesto para actuar como es debido, no solo endureciendo una ley que no se cumple, sino haciendo seguimiento a los pirómanos una vez han cumplido condena y reforestar especies arbóreas que actúan como cortafuegos. En el municipio gallego de Ames plantaron 1.000 avellanos, castaños, nogales y cerezos, que tardan más en arder y no propagan el fuego como los eucaliptos y lo pinos. En estos incendios actuaron como un cortafuego natural.
En el 2006 el Ministerio del Interior mandó un equipo a La Coruña para investigar quién quemaba los bosques gallegos, se creía como ahora que se trataba de grupos organizados. El resultado de la investigación fue muy distinto, las negligencias de los agricultores en la quema de rastrojos, algún pirómano reincidente y el efecto imitador de otros fueron suficientes en condiciones meteorológicas adversas para simular que un ejército quería terminar con los bosques gallegos. Probablemente eso es lo que ha vuelto a suceder estos días.
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