La Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural han llamado a los independentistas para que este viernes vistan todos de amarillo. Es su nueva manera de apoyar a los políticos presos y manifestarse contra el 155. Y, seguramente, la más arriesgada de todas las estrategias de marketing indepe.
Y por si el independentismo no hubiera hecho ya suficiente daño en Cataluña, a la fuga de miles de empresas y al parón del turismo, ahora hay que sumarle el riesgo de que conviertan el amarillo en tendencia este otoño. ¡El amarillo!
Dicen los expertos en moda que el amarillo solo le queda bien a un selecto grupo de personas y que hay que combinarlo con precaución para no parecer un taxi neoyorquino o, peor aún, un buzón de correos. Y hasta ahora este había sido el color de la mala suerte, la envidia y los horteras. Pero para demostrarse diferentes, para probar que el independentismo tiene su propia concepción del mundo, quieren ahora que el amarillo mole y que miles de catalanes salgan hoy a las calles vestidos de este color para formar una marea amarilla. Si llegaran a lograrlo habría mejor que llamarla mareo.
Le parece al ex president que la prohibición de la Junta Electoral de politizar la decoración navideña es la gota que colma el vaso de la opresión
Es un movimiento altamente arriesgado. Una cosa es poner el lacito de este chirriante color en la cuenta de Twitter o querer iluminar con él las fuentes de Barcelona (algo que por cierto pidió PDCat al Ayuntamiento de Barcelona como símbolo de apoyo a Los Jordis y que la Junta Electoral ha prohibido en vísperas de las elecciones del 21-D) y otra pedirle a la gente que muestre su compromiso con la causa saliendo de casa vestida de Piolín para ir a trabajar. Eso sí que es pedirle demasiado a los fieles de la causa.
"¡Han prohibido el amarillo!", claman los indepes indignados. Hasta Carles Puigdemont se ha manifestado al respecto. Le parece al ex president, que sigue desde Bruselas tuiteando su realidad paralela, que la prohibición de la Junta Electoral de politizar la decoración navideña es la gota que colma el vaso de la opresión. Qué oportuno que fuera El enfermo imaginario la obra que interpretaba Molière cuando falleció en el escenario vestido, por cierto, de amarillo.
En la nova realitat espanyola el color groc és delictiu, les bales de goma joguets a les escoles, els bons catòlics besen la Constitució, els humoristes són criminals i la ultradreta ciutadans exemplars. I només són els entrants.Si el #21D no guanyem, ho arrasaran tot. #JuntsxCat
— Carles Puigdemont (@KRLS) November 30, 2017
El Supremo determina hoy si liberará a los ex consellers y a los líderes de las asociaciones soberanistas, si acatan de forma expresa la Constitución y el 155. Del desafío de los independentistas a la Constitución pasamos ahora al desafío cromático. Tienen suerte Oriol Junqueras y el resto de ex consellers de que el amarillo no sea el color con el que se viste a los reclusos en España o el juez podría interpretarlo como una provocación. Amarillo is the new black.
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