Catalunya afronta unas elecciones convocadas por el Gobierno de España bajo el paraguas del art. 155 de la Constitución, un hecho sin precedentes en la política española. El PP, apoyado por PSOE y C’s, tomó la determinación de instaurar una medida de excepción que pretendía restaurar el estado de ilegalidad en que la había situado las fuerzas independentistas. Este es el relato que el PP Catalán resume en su eslogan la solución es España o como reza su hastag #lasolucióneselPP.
Catalunya es uno de los feudos donde tradicionalmente la penetración del voto popular ha sido más bajo de todo el estado. En autonómicas, el voto conservador se inclinaba por la opción nacionalista, CiU, relegando al PP a posiciones no mayoritarias. Sin embargo, en las contiendas de ámbito nacional, se activaba un voto diferencial proveniente de la abstención o de otras fuerzas políticas, que en caso de elecciones generales optaba por accionar el voto útil. Este gap puede medirse en las dos últimas elecciones celebradas en Catalunya, las autonómicas del 2015 y las generales del 2016: la diferencia supera los 100.000 votos en las generales.
Si el PP nunca ha tenido posibilidades de liderar un gobierno en Catalunya, tampoco ha tenido la posibilidad de formar parte de uno. Tradicionalmente ha sufrido un cordón sanitario de ostracismo político, que en una ocasión llegó a notificarse públicamente mediante la firma de Artur Mas ante notario, en un documento que aseguraba que nunca pactaría con el PP… en Catalunya; cabe recordar que en el Congreso de los Diputados han sido aliados naturales. Pero ¿por qué esta baja penetración del PP en Catalunya? La respuesta es compleja y multifactorial, pero algunos datos apuntan a una cierta retórica alimentada desde las filas populares que confrontarían España contra Catalunya y que se utilizó con réditos políticos en otras partes del territorio nacional.
Desde hace 5 años, coincidiendo con el inicio del procés, el PP ha ido experimentando una bajada de apoyos directamente proporcional al aumento a C’s. En el 2012, el PP tenía 19 diputados y C’s 9; en el 2015 el PP conseguía 11 y C’s 23, una tendencia que si analizamos el CIS se consolidará en estas próximas elecciones. Según la encuesta publicada, los votantes del PP del 2015 valoran más a Inés Arrimadas (7,9) que a su candidato, Xavier García Albiol (7,4) una cifra muy poco habitual en comportamiento electoral. Además, el 45,8% de sus votantes aseguran que ahora votarían a C’s, una cifra que aumenta hasta el 58% a la hora de elegir a Inés Arrimadas como su preferencia como Presidenta de la Generalitat.
Para contrarrestar estos datos, desde la campaña del PP han filtrado una encuesta, recogida en El Independiente por Cristina de la Hoz, que desmiente la encuesta de CIS asegurando que C’s no solo no ganaría las elecciones, sino que además se quedaría a 6 escaños de ERC y que el PP mantendría los resultados del 2015. Esta estrategia pretende desactivar el voto útil hacia C’s y aumentar el ánimo de las filas populares. Además, en un intento por recuperar parte del voto popular fugado a C’s, el PP catalán intenta nacionalizar la campaña, como si fueran unas generales y, de ese modo, intentar activar a sus votantes diferenciales. Para ello, van a contar con una presencia mayor que en otras ocasiones del presidente Rajoy y de destacados líderes regionales como Feijóo, Moreno, Cifuentes y otros nacionales como ministros del Gobierno y vicesecretarios del PP. Esta estrategia cambia por completo las anteriores, donde se daba por sentado que la presencia de políticos de fuera de Catalunya era visto como una injerencia. Sin embargo, en esta ocasión todo el PP va a implicarse para reforzar la idea de su eslogan, la solución es España, es el PP.
Si la campaña de los populares catalanes va a ser un partido de equipo, con todos los jugadores titulares, en la cartelería aparece solo su cabeza de cartel, en lo que parece una falta de coherencia estratégica. La imagen de un sonriente Albiol protagoniza una instantánea tomada en una de las manifestación del día 8 de octubre de Barcelona a favor de la unidad de España. En la foto aparecen dos banderas de España portadas por asistentes, aunque con un guiño a la senyera que perfila el borde inferior. La actitud del candidato feliz, tranquilo, en un entorno informal, pretende suavizar la imagen pública de Albiol, más asociada con un perfil duro, áspero, contundente, de un político sin temor a las represalias de decir lo que otros no se atreven. Este intento de suavizar la imagen de Albiol tiene su origen en las encuestas que muestran que una mujer de imagen amable, discurso conciliador y políticamente correcto es la preferida mayoritariamente por su electorado en detrimento del polémico candidato popular. Así que, después de todo parece ser que la estrategia de Albiol no pasa por combatir el independentismo, sino a aquella que podría ser percibida como la verdadera solución para acabar con el procés.
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