Los directivos catalanes están hartos de la situación en Cataluña y ya no les cuesta reconocerlo en alto. Al menos, en las encuestas. La espera de las elecciones del 21-D, cita de la que no solo depende su cuenta de resultados, también sus bonus y sus oportunidades, tiene nervioso al tejido empresarial. Las compañías catalanas están paralizadas a la espera del resultado de las urnas. Lo que más temen es que después de la cita electoral todo siga igual en Cataluña, según se deduce del informe de Esade Refem empresa, refem Catalunya.
La preocupante foto de la economía catalana que hacen los más de cien directivos de multinacionales, pymes y autónomos entrevistados para el estudio del economista Fernando Trías de Bes y el catedrático Francesc Xavier Mena -ex consejero de Empresa del Gobierno de Artur Mas- muestra que el 53% de los directivos encuestados ha congelado los presupuestos, el 25% los ha reducido y el 14% espera al resultado de las elecciones para decidir cómo plantear los gastos. La mayoría reconoce la paralización de la economía por la incertidumbre política.
Lanzan los empresarios un mensaje muy claro de cuáles son sus prioridades para volver a restaurar la normalidad. Al Govern que salga del 21-D le piden lo mismo que al Gobierno de España: que tomen medidas urgentes para que regresen las más de 3.000 empresas que se han ido desde el 1-O. Los motivos de cambios de sede estuvieron principalmente relacionados con la inseguridad jurídica y regulatoria para más de un 50%, aunque un 15% alegó presiones de sus clientes y un simbólico 1% afirmó que se fue de Cataluña por "otras causas ajenas al procés".
Los empresarios votan por un Govern de la Generalitat que respete la legalidad, asegure que no se sale de la UE y evite la unilateralidad
Y más allá del boicot de los consumidores, que muchos empresarios catalanes temen y denuncian, lo que preocupa mayoritariamente es el fuerte desgaste que está sufriendo Barcelona como marca empresarial. Un abrumador 98% considera que desde el 1-O se ha deteriorado la imagen exterior así como la inversión extranjera directa.
Las tensiones políticas del procés han calado más allá de la cuenta de resultados. El deterioro del clima laboral es de hecho una de las grandes preocupaciones para la gestión de los empleados. Un 12% reconoce al menos un despido o no renovación debido a situaciones internas derivadas del conflicto.
La omnipresencia del procés en el día a día de los trabajadores ha llegado a mermar su productividad. Reconocen los directivos que el problema no han sido tanto las huelgas (solo han afectado al rendimiento de una de cada tres empresas), sino "la pérdida de concentración o tiempo destinado a seguir el conflicto o dar explicaciones a clientes, personal o inversores". De hecho, la preocupación a nivel personal (del 91%) excede al profesional.
En la recta final de la campaña, en la que las encuestas dan un resultado tan ajustado que solo unos miles de votos podrían inclinar la balanza, los empresarios votan por un Govern de la Generalitat que respete la legalidad, asegure que no se sale de la UE y evite la unilateralidad. Y, sobre todo, que permita cambiar por fin de tema a la hora del café.
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