Al ritmo que el PP ha ido perdiendo votos durante la campaña electoral catalana, si llega a durar un poco más podía el partido de Xavier García Albiol pasar de ser colista a desaparecer. Es posible que el hundimiento del PP dé cinco escaños a los independentistas y el PP acabe convirtiéndose en la última fuerza del Parlament de Catalunya, por detrás de la CUP.
Desde el PP alegan que lo que tienen es un voto oculto, pero a lo mejor es que su votante está tan escondido que no le va a dar tiempo a encontrar las urnas el 21-D.
Albiol quería ser el candidato de la mano dura en Cataluña. Pero ha sido el de la mano invisible. Más bien parece una figura pensada para ganar votos al PP en el resto de España que para ganarse a los votantes de la derecha catalana, al menos a los del siglo XXI, que se están yendo en bloque con Inés Arrimadas.
Se le ha notado mucho al partido que preside Mariano Rajoy que no necesita sacar un buen resultado en Cataluña, a diferencia del PSOE, para ganar las elecciones generales. Tal vez eso explique por qué se han empeñado en las últimas legislaturas en elegir los peores candidatos posibles para seducir el voto catalán, que caían peor en Cataluña que en el resto de España. Albiol es sólo la culminación de un largo proceso que viene del Pacto del Majestic, cuando Pujol puso a Aznar la condición de que se deshiciera de Alejo Vidal-Cuadras, que había dado al PPC su mejor resultado con 17 diputados en el 95 .
Cómo va el político que prometía limpiar Badalona de inmigrantes cuando era su alcalde vender un discurso de reconciliación?
Desde entonces la misión del PP catalán nunca parece haber sido aspirar a ganar las elecciones, sino aparentar de puertas para fuera la mano dura contra el independentismo que su Gobierno no tenía desde Madrid, hasta que la vista gorda se le fue de las manos y el 155 la despertó.
Ni mano dura ni mano izquierda. Tanto ha ignorado Génova al PP catalán que hasta se olvidaron de tener una estrategia de campaña para su propio partido en las elecciones que el propio Rajoy convocó en aplicación del 155. Y cuando ha querido el presidente del Gobierno ir a brindar con Freixenet ya era tarde.
En Lleida, Tarragona y Girona hay un diputado del PP en juego, mientras en la provincia de Barcelona dos escaños podían ir a parar a los independentistas si se confirma el descalabro de la candidatura de Albiol.
¿Cómo va el político que prometía limpiar Badalona de inmigrantes cuando era su alcalde vender un discurso de reconciliación? ¿Cómo va el hombre que dice en los mítines que su mujer es quien lava la ropa en casa lanzar un mensaje de renovación y modernidad?
Cerca del 40% de los antiguos votantes del PP manifiestan que van a votar por Arrimadas, según las últimas encuestas. Si España es la solución, como reza el eslogan de la campaña de Albiol, que el PP sea tan débil en Cataluña es parte del problema. Es difícil que los votantes catalanes logren identificarse con el Gobierno de Rajoy cuando representa un partido que va camino en convertirse en la Coalición Canaria del Parlament.
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