Luis de Guindos ha sido un gran ministro. Asumió el cargo en plena crisis financiera, cuando el agujero bancario se estimaba en 100.000 millones de euros, con una economía en recesión, una tasa de paro por encima del 25% y un déficit público rondando el 10% del PIB. A pesar de no ser militante del PP, Mariano Rajoy confió en él porque durante su etapa como líder de la oposición fue su confidente para asuntos económicos, aunque, oficialmente, el responsable del partido en esas lides era Cristóbal Montoro. En un gesto muy suyo, la apuesta de Rajoy no fue la de crear un superministerio de Economía y Hacienda -opción elegida por Aznar en su primer gobierno para situar a su mano derecha, Rodrigo Rato-, sino que dividió en dos la gestión económica, lo que ha tenido algunas ventajas y grandes inconvenientes.
Guindos y Montoro se convirtieron en los ministros del ajuste. El año 2012 se recordará como uno de los más duros de la historia de España. A los recortes hubo que sumarle la presión internacional para que España pidiera un rescate a la troika, como hicieron Portugal, Grecia o Irlanda. La clave estaba en las dudas de los mercados internacionales sobre la solidez de la banca y, sobre todo, sobre la verdadera dimensión de la quiebra de Bankia, entidad presidida precisamente por Rato.
Ni Rajoy ni Guindos quisieron ceder a esa presión (que llegó incluso desde la poderosa canciller alemana Angela Merkel) y, al final, España logró una solución intermedia: una línea de crédito de hasta 100.000 millones para sanear al sector financiero; es decir, a las cajas de ahorro, pero sin rescate al país, lo que hubiera supuesto la pérdida de la soberanía en la dirección de la economía.
Durante sus más de seis años como titular de Economía, Guindos se ha ganado el respeto y aprecio de la comunidad financiera europea y de sus colegas. De hecho, ahora es el ministro de Economía más antiguo de la eurozona. Han sido especialmente buenas sus relaciones con el todopoderoso ministro de Finanzas alemán Wolgang Schäuble.
A partir de finales de 2013 -ya desaparecidas las dudas sobre el sector bancario- la economía empezó a mejorar. En plena recuperación, en el verano de 2015, Guindos presentó su candidatura a la jefatura del Eurogrupo, pero perdió por siete votos contra doce, que fue los que logró el ministro socialdemócrata holandés Jeroen Djsselbloem (la oposición de Francia a la candidatura española fue esencial en ese resultado). España ya había perdido un puesto en el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE).
Rajoy se ha implicado personalmente en la búsqueda de apoyos para que el ministro de Economía sea nombrado vicepresidente del BCE. Macron y Merkel se han comprometido a respaldarle
El próximo mes de mayo vence el mandato de ocho años del vicepresidente del BCE, el portugués Vitor Constâncio. Es un puesto importante y la oportunidad para España de recuperar el peso perdido en las instituciones europeas. El ministro de Economía le planteó el asunto al presidente del gobierno el pasado mes de noviembre. La condición para presentar la candidatura era que no sucediera lo que pasó con el Eurogrupo. Había que ganar y, para ello, era necesario recabar el apoyo de Macron y Merkel. A Rajoy no le gustaba que Guindos se fuera del gobierno. Confía en él y, además, su marcha le abre una brecha importante justo en la asignatura que más rédito da al gobierno. Pero también es cierto que no le podía negar a su ministro la búsqueda de una salida, buena para él y para España, después de los servicios prestados. De hecho, el presidente se ha implicado personalmente en lograr los apoyos necesarios para que Guindos acabe ocupando el puesto de número dos en el BCE.
La luz verde, una vez que la candidatura ha sido presentada oficialmente, la dará el Eurogrupo -ministros de Economía y Finanzas de la UE- en su reunión del próximo 19 de febrero. Coronar el objetivo no será fácil. Hay un candidato competidor, el irlandés Philip Lane, que es el presidente del banco central de su país. Las fuentes consultadas apuntan a que Lane, si se confirman los sólidos apoyos de España, retirará su candidatura antes del día 19, en espera de ocupar el sillón que dejará Peter Praet.
El PSOE, en un error político un tanto infantil, se ha opuesto a la elección de Guindos porque, en opinión de Pedro Sánchez, habría que haber propuesto a una mujer. Esa es la tesis que se maneja en el Parlamento Europeo, cuya opinión en este asunto no es vinculante.
Fernando Becker tiene muchas posibilidades de ocupar la cartera de Economía. Es un hombre de confianza del presidente, tiene perfil técnico y le ahorra mover otros sillones en el Ejecutivo
España, eso debería saberlo Sánchez, sólo tiene una posibilidad para hacerse con la vicepresidencia del BCE: Guindos. Cualquier otro candidato hubiera fracasado en el intento.
Y eso que el ministro español no cuenta con las simpatías de Mario Draghi, el presidente del BCE que desconfía del aterrizaje en su feudo de un político de alto perfil. Draghi representa la opinión de la mayoría de los consejeros de la institución, para los que lo ideal es que los cargos ejecutivos sean ocupados por personas que hayan sido banqueros centrales o tengan un perfil puramente financiero.
El consejo del BCE también votará en secreto sobre el candidato, aunque su opinión tampoco es vinculante. Es muy probable que algunos voten en contra. Una vez que Guindos reciba la luz verde del Eurogrupo, el nombramiento será refrendado por la cumbre europea de presidentes y jefes de Estado que se celebrará en marzo.
La salida de Guindos abre a Rajoy el dilema de su sustitución y la decisión sobre si arriesgarse a una remodelación más amplia o, simplemente, se conforma con poner a otro en su lugar.
Para esta segunda opción, la más cómoda, el candidato con más posibilidades es Fernando Becker, director corporativo de Iberdrola que, por cierto, ya está negociando su salida de la empresa.
En mayo habrá que sustituir al gobernador del Banco de España, Luis Linde, que concluye su mandato. Fernando Giménez Latorre -ahora en el Banco Mundial- es, a día de hoy, el favorito para ese puesto
La elección de otro candidato -sobre todo si ya es ministro, como es el caso de Álvaro Nadal- supondría un cambio en profundidad, que podría afectar no sólo a los departamentos económicos, sino a otros como Justicia o Sanidad.
Rajoy tendrá en cuenta la opinión de Guindos, pero no hay duda de que designará a alguien de su absoluta confianza. En ese sentido, Becker reúne condiciones similares a las de Guindos, como ya explicó Cristina de la Hoz.
El movimiento de sillas en la política económica no terminará cuando el ministro de Economía tenga que dejar su cargo tras la aprobación del Consejo Europeo de marzo. El próximo puesto importante que quedará vacante en breve es el del gobernador del Banco de España, Luis Linde, que concluye su mandato en mayo.
Aunque aún falta tiempo para saber quieén será el nuevo responsable del banco emisor, no echen en saco roto este nombre: Fernando Giménez Latorre, ex secretario de Estado de Economía con Guindos y, desde 2016, director ejecutivo del Banco Mundial (el cargo al que tuvo que renunciar el ex ministro José Manuel Soria). Giménez Latorre no sólo cuenta con el aval de su anterior jefe, sino que tiene el apoyo de la cúpula del Banco de España.
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