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Hasta la reina Isabel II sufre la brecha salarial

La actriz Claire Foy en interpretando a la reina Isabel II en la serie The Queen, producida por Netflix.

Por si quedara algún escéptico que dude de que la brecha salarial sea real, no hay más que mirar a la ficción. Netflix  acaba de confirmar el que seguramente sea el ejemplo paradigmático de la desigualdad que sufren las mujeres en la retribución: la estrella Claire Foy, en el papel de la reina Isabel II, cobraba menos que Matt Smith, el actor de reparto que interpretaba a su marido, el príncipe Felipe, en The Crown.

No deja de ser irónico que la brecha salarial se confirme también en The Crown, una serie en la que su protagonista muestra la dificultad de la heredera del trono de Inglaterra para ir abriéndose espacio en una esfera de poder dominada enteramente por hombres. El show narra con maestría lo difícil para ella que era mandar. Y si lo fue para la mujer más poderosa del mundo, qué no habrá sido para las demás.

En la serie vemos al personaje de Isabel II evolucionar como mujer, como madre y como esposa en su camino hacia la corona, mientras también se transforma su marido, el príncipe Felipe. Él se resiste mientras puede a tener que vivir a la sombra del consorte.

Descubrir tras el 8M que el papel mejor pagado no era el de la reina sino el del secundario Duque de Edimburgo tiene algo de recochineo

En los primeros años de reinado de Isabel II, es revelador que el mismo príncipe que trata de modernizar la monarquía y adelanta la importancia para ella de la televisión, se enfade tanto al descubrir que no puede vivir donde él quería, no puede llamar a sus hijos con su apellido, y para colmo ha de inclinarse ante su mujer cuando sube al trono. Bueno, en realidad no es ante ella ante quien se postra, sino ante una institución.

La ficción deja claro que en el siglo XX no es fácil ser marido y súbdito a la vez. Pero ahora sabemos gracias a Netflix que en siglo XXI sigue estando mejor pagado interpretarlo.

Más que como una serie sobre la monarquía británica, The Crown puede verse como una reinterpretación del superhéroe clásico. Superheroína en este caso. Es la historia del personaje ordinario que de forma inesperada recibe un superpoder. Su llegada al poder es la toma conciencia de que su vida ya nunca volverá a ser normal. Como cualquier superhéroe que se debe a un fin superior, sacrifica lo que realmente quiere por lo que cree que necesitan de ella. En vez de salvar Gotham tiene que salvar la monarquía británica. Y en vez de la picadura de una araña, como la que transforma a Peter Parker en Spiderman, a la joven Lilibeth lo que le da el superpoder de la corona es la renuncia al trono de su tío Eduardo VIII y la posterior muerte de su padre Jorge VI.

La serie, uno de los programas más caros en la historia de la televisión, tiene un presupuesto que ronda los siete millones de dólares por episodio. Y descubrir tras el 8M que el papel mejor pagado no era el de la reina sino el del secundario Duque de Edimburgo tiene algo de recochineo. Cierto es que Matt Smith gozaba de más popularidad tras haber protagonizado Doctor Who cuando fichó para el show. Pero Foy, que tiene más minutos de pantalla que ningún otro personaje, ya estaba consagrada en la segunda temporada y con un Globo de Oro bajo el brazo cuando cobraba menos que un actor de reparto.

La productora no ha confirmado a cuánto asciende la disparidad del salario de Foy con Smith, aunque sí ha asegurado que para la tercera temporada prevista para septiembre se asegurarán de que "ningún personaje cobre más que la reina".

No será Foy la que se beneficie de la mejora del caché. Ni a Smith al que le bajen el sueldo. Para la tercera temporada, la serie de Netflix ha renovado el casting de actores porque la ficción da un salto temporal a los 70. Olivia Coleman, la nueva reina Isabel II, entre sus 40 y 60 años, ya no sufrirá la brecha salarial, más real que nunca en la ficción.

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