Opinión

La crema Olay de la que usted me habla

Cristina Cifuentes y Mariano Rajoy se abrazan durante la pasada Convención Nacional en Sevilla. | EFE

"Ha hecho lo que tenía que hacer. Su dimisión era obligada". Así de contundente ha valorado Mariano Rajoy la dimisión de Cristina Cifuentes. Hace unos días no le importaba al presidente del Gobierno abrazarla para mostrar públicamente su apoyo. Que Cifuentes hubiera mentido sobre el máster de la Rey Juan Carlos, del que hasta las propias profesoras que firmaban el acta del examen reconocían falsa, no le suponía un problema a su partido. Tampoco parecía importarle desprestigiar todo el sistema universitario para darle una coartada.

Lo que ha precipitado la dimisión de Cifuentes ha sido un sonrojante vídeo que muestra a la presidenta de la Comunidad de Madrid mangando unas cremas del Eroski. Esta cutrez sí que le ha parecido intolerable al presidente del Gobierno, el mismo que le dijo a Bárcenas "sé fuerte", que hacía lo que podía. Por lo visto, a Rajoy le indigna más que su partido caiga en el bochorno que en la corrupción.

Con que ningún otro dirigente se meta cremas Olay en el bolso se conforma Rajoy para la regeneración

"Espero que esta situación no vuelva a repetirse", añadió Rajoy sobre el caso Cifuentes nada más conocer su dimisión. Es decir, con que ningún otro dirigente popular se meta cremas Olay en el bolso se conforma el líder popular para la regeneración del partido de Lezo, la Púnica y la Gürtel. Debe de ser ahí donde tiene el listón, porque ayer mismo la seguía defendiendo por el caso máster.

Cuando se demostró que Ignacio González se paseaba por Colombia con bolsas llenas de dinero del desfalco del Canal de Isabel II no se mostró Rajoy tan contundente en la condena. Y cuando hace justo un año Esperanza Aguirre anunció su dimisión como concejala se limitó a mandarle un SMS sin que conste mención alguna a su charca de ranas.

El mismo día que sale el vídeo de las cremas, Cristina Cifuentes abandona la Puerta del Sol "con la cabeza bien alta" y por la puerta trasera. La misma por la que salió del Eroski de Vallecas en 2011, cuando era vicepresidenta de la Asamblea de Madrid. Ser un alto cargo de la Comunidad le sirvió entonces para que el asunto se quedara en nada. Pero los tratos de favor, que se lo digan al rector de la Rey Juan Carlos, los carga el diablo. Y en vez de destruirse la grabación de aquel presunto hurto en menos de 30 días, como marca el protocolo del hipermercado, alguien debió de pensar que mejor se lo guardaba en la recámara por si aquella prometedora política del Partido Popular, que iba de verso suelto, llegaba alguna vez demasiado lejos. Hasta hoy.

Los tratos de favor, que se lo digan al rector de la Rey Juan Carlos, los carga el diablo

El escándalo del máster que indignaba España desde hace un mes y medio la dejó tocada. Pero las cremas Olay la han hundido, robándole además toda la épica a su dimisión. La indignación saca la gente a la calle. El bochorno, sin embargo, tiene un efecto más fulminante porque no prescribe ni se olvida. Y de eso no se remonta ni en el Partido Popular.

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