Al partido naranja le suenan las trompetas de la victoria en Madrid mucho antes de que haya entrado en la batalla. Porque sucede que su inmediato competidor, que es el PP, está besando la arena cuando debería estar preparándose para enfrentarse a unas elecciones en las que el partido se juega mucho más que la presidencia de la Comunidad y del Ayuntamiento. Y en esas condiciones, la virginal hoja de servicios de Ciudadanos -virginal porque no ha asumido todavía ninguna clase de la responsabilidad a la que obliga el poder- le catapulta hacia arriba, no sólo porque no tiene contrincante directo sino también porque nadie, ni el PSOE ni Podemos, están en condiciones de hacerle reproches concretos de una mala gestión.
No tiene gestión que enseñar, por lo tanto, no tiene explicaciones ni justificaciones que dar a la ciudadanía. Está libre de polvo y paja, lo cual le puede convertir en recipiente de todas las esperanzas y de todas las soluciones ante las decepciones, frustraciones, protestas y reclamaciones de la ciudadanía. Es una vestal prometedora a la que es posible colgarle todas las virtudes con las que cada uno sueña para sus dirigentes políticos. Y está por eso en magníficas condiciones, con su principal adversario caído y de momento desarmado, para seguir subiendo en los sondeos y seguir arrebatando a puñados los votos al Partido Popular.
Albert Rivera, que es muy consciente de la situación dorada en la que se encuentra ahora mismo su partido, ha decidido sacar el máximo rédito a su posición ideal y ha apostado por empezar a poner a la cabeza de las listas electorales a candidatos independientes con nombres de prestigio indiscutible y capacidad para arrastrar el apoyo de muchos electores que en anteriores elecciones han respaldado a otras formaciones políticas. Es el caso de Manuel Valls, probable candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona. Según informaciones próximas al partido naranja, esa candidatura está cerrada y sólo falta hacer el anuncio oficial.
El prestigio que está adquiriendo Ciudadanos sobre unas expectativas que no se sabe si se van a cumplir, es decir, el prestigio que está adquiriendo Ciudadanos en su condición de incógnita, permite a su líder dar un gran salto adelante y lanzarse a pescar más allá de sus filas. Esto es lo que les ha dicho Rivera a los suyos y ha concretado no sin un ápice de crueldad su secretario general José Manuel Villegas: "Si alguien antepone su intención de estar en las listas al proyecto del partido, no estará en las listas". Es la versión contemporánea de lo que advirtió en su día el vicesecretario del PSOE Alfonso Guerra: "El que se mueve, no sale en la foto". Es decir, lo de siempre.
Mucho tendría que cambiar el PP de Madrid a partir de este momento para estar en condiciones de volver a levantarse y cerrarle el paso al partido de Rivera
Pero en este caso es casi seguro que Albert Rivera va a intentar en Madrid lo que ha conseguido en Barcelona: poner en la cabeza del cartel electoral a una personalidad de prestigio indiscutido entre los madrileños que, como nunca han preguntado a nadie dónde ha nacido, puede ser cualquier hombre o mujer de España respetado por la generalidad de los electores, sea andaluz, gallego o canario.
Tiene pues, una amplia muestra dónde elegir. Y es más que previsible que lo haga. Ignacio Aguado, que ha hecho un papel muy aseado como portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, no ha alcanzado la altura política ni el aprecio ciudadano a los que en estos momentos aspira, con todo motivo, el líder. Y aunque sin duda estará en uno de los puestos de salida, ya puede ir despidiéndose de encabezar la lista de su partido para la Comunidad.
En cambio, Begoña Villacís está mejor situada que Aguado en el conocimiento y la apreciación de los electores y se puede adelantar que su puesto en la lista para la alcaldía está mucho más asegurado que el de su colega en la Asamblea madrileña. Pero todavía nos queda saber cuál va a ser la propuesta de Rivera para ganar por varios cuerpos al todavía ocupante de la Casa de Correos de la Puerta del Sol, que en estos momentos es Ángel Garrido, el hasta ahora consejero de presidencia y a partir de ese mismo día el atribulado sustituto provisional de la dimisionaria Cifuentes.
Mucho tendría que cambiar el PP de Madrid a partir de este momento para estar en condiciones de volver a levantarse y cerrarle el paso al partido de Rivera. Los sondeos de estos días dan ya a la formación naranja una victoria clarísima sobre los populares cuando queda un año justo para que se celebren elecciones al Ayuntamiento y a la Comunidad. El vuelco que registran las encuestas es indiscutible porque Ciudadanos pasa de tercera a primera fuerza y, al revés, el Partido Popular pasa de primera a tercera posición en la distribución de escaños. E insistimos: Madrid es la piedra de toque para aspirar al Gobierno de España.
Ciudadanos recorre, pues, en volandas los distintos territorios de España empujado por el viento de cola de su victoria en las elecciones catalanas, con lo que se convirtió en el primer partido no nacionalista que ganaba esos comicios en Cataluña en la historia de nuestra reciente democracia. Una catástrofe tendría que ocurrirle para que su meteórica trayectoria quedara en suspenso. Pero, eso sí, una vez alcanzado el éxito, su ejecutoria quedará por ver.
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