Aunque parezca mentira, el CIS ha dejado contento a todo el mundo. Ciudadanos se ve a un tris de convertirse en el partido más votado; el PSOE se fija en que ya está a sólo dos puntos del PP, cuando en el anterior sondeo estaba a más de cinco puntos, y Podemos habla abiertamente de recuperación: ha subido 0,6 puntos desde enero ¡Hasta el PP ha valorado los resultados de la encuesta como un alivio! Si en el peor momento -con la crisis de Cristina Cifuentes por el máster en plena explosión- sigue siendo el partido preferido por los españoles, eso significa que hay margen de recuperación, razonan en Génova.
A un año de las elecciones municipales y autonómicas, la fotografía del CIS lo que nos ofrece es un panorama absolutamente abierto. De hecho, entre el primer partido (PP) y el cuarto (Podemos) no hay ni cinco puntos de diferencia. Aunque el centro derecha (PP+Ciudadanos) se sitúa como la opción favorita para la mayoría (46,4%), la izquierda (PSOE+Podemos) sigue teniendo opciones para la remontada (41,6%).
Si seguimos la serie histórica, Ciudadanos aparece como único partido que va ganando apoyos de forma sólida y continuada. En las elecciones de hace dos años, el partido de Albert Rivera logró el 13% de los votos y quedó en cuarto lugar con 32 escaños. Ahora obtendría el respaldo del 22,4% de los electores, según la encuesta del CIS, y sería el segundo partido más votado a 1,6 puntos del PP.
La ascensión de Ciudadanos no es el fruto de un momento de excitación o descalabro de su competidor más directo, sino el resultado de un proceso de consolidación como partido/alternativa, apoyado en el liderazgo de Rivera y en su posición firme respecto a la unidad de España.
Aunque el PSOE no se ha descolgado de la cabeza y, en efecto, ha reducido la distancia que le separaba del PP, tanto si lo comparamos con el anterior sondeo del CIS, como con las elecciones de 2016, Pedro Sánchez no puede darse por satisfecho. En una situación normal, y tras el fiasco de Cifuentes en la Comunidad de Madrid, los socialistas deberían estar mucho más arriba. En otras circunstancias, el PSOE probablemente aparecería ya como el partido con más opciones para ganar las elecciones.
En Génova temían un resultado peor: el sorpasso de Ciudadanos. No ha sido así. Rajoy respira tranquilo: si en el peor momento el PP sigue siendo el más votado, es que puede volver a ganar
En cuanto a Podemos, sorprende su capacidad de resistencia. A pesar de sus crisis internas (el último encontronazo se produjo precisamente en Madrid tras conocerse el documento de Bescansa que proponía una alianza a Errejón para acabar con el liderazgo del secretario general), la formación que lidera Pablo Iglesias -a la que hay que sumar las confluencias en Cataluña, Valencia y Galicia- conserva una expectativa próxima al 20%. Hay que recordar que con el 21,1%, Unidos Podemos logró en 2016 nada menos que 71 escaños y fue la tercera política, por detrás de PP y PSOE. La fortaleza de Podemos es la mejor constatación de que el PSOE no acaba de convencer al grueso del voto de izquierdas de que es la mejor alternativa para gobernar España.
El PP, es cierto, obtiene su peor resultado histórico. Sólo para recordar: en 2011 obtuvo el respaldo del 44,63% de los ciudadanos. Y ahora, según el CIS, sólo le votaría el 24%: ¡20 puntos menos!
Sin embargo, en política pasa como en la economía: lo importante son las expectativas. Las últimas encuestas publicadas por las grandes medios de comunicación daban sin distinción la victoria de Ciudadanos. Tras la crisis de Madrid, en el PP se temían lo peor. Si el sondeo hecho público ahora hubiera dado la vitoria al partido de Rivera, la depresión se hubiera adueñado del cuartel general de los populares, ya de por sí bastante tocado anímicamente.
¡Pero no ha sido así! El PP, por increíble que parezca, sigue siendo el partido favorito de los españoles, aunque sea por muy poco. Es, sin duda, un resultado que refuerza, de momento, las tesis de Rajoy (el que aguanta, gana), tras un CIS que parece cocinado directamente por Pedro Arriola.
El presidente del gobierno sigue contando a su favor con la buena marcha de la economía. El crecimiento del consumo y del crédito hipotecario demuestran que la sensación de crisis ha desaparecido y que el ciudadano medio se ha lanzado a comprar, olvidando el estallido de la burbuja que se produjo hace tan sólo nueve años. Consciente de que esa es su fortaleza, Rajoy seguirá tirando de chequera -como ha hecho con el PNV a cuenta de las pensiones- a sabiendas de que esa es su mejor y, tal vez única opción, de mantener en el poder a un desgastado PP.
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