A la atención de Carmen Guisasola.
Te escribo estas líneas cuando sólo han pasado tres días del aniversario del asesinato en Bilbao de Manuel Fuentes Pedreira, un agente de policía al que ETA disparó el 20 de mayo de 1986. Su nombre es importante porque es el de una de tantas víctimas cuyos asesinatos siguen sin estar resueltos. Es uno de tantos hombres, mujeres y niños con familias que siguen esperando poner cara a la persona que les arrebató a su ser querido. Sus ansias de verdad no han sido resueltas con los años. Tampoco con el anuncio de disolución de ETA. Por eso te escribo, porque creo que puedes y debes ayudar en la construcción de un escenario digno tras décadas de disparos y bombas.
Sé muy bien que hoy te posicionas en contra del terrorismo y que incluso has llegado a pedir a ETA y a su mundo que reconozcan la injusticia del asesinato selectivo de seres humanos. Creo que es bueno que lo hagas; pero también, como demócrata que soy, me veo en la obligación de aprovechar el altavoz de la política para exigir a quienes un día fueron miembros de ETA y hoy se arrepienten de ello que las palabras vayan acompañadas de hechos. Dicho de otro modo: que el arrepentimiento, importante, no sea una mera pose y vaya acompañado de la colaboración con las autoridades en el esclarecimiento de asesinatos no resueltos. El arrepentimiento favorece a quien se arrepiente. La colaboración con las autoridades y con la Justicia resarce a las víctimas y a la sociedad. Precisamente por ello he empezado esta carta con el nombre de Manuel Fuentes Pedreira.
Manuel fue al frontón de Arrigorriaga a jugar un partido en abril de 1986. En un momento dado se cansó y se sentó en las gradas. Fue entonces cuando un hombre y una mujer se le acercaron por detrás y le dispararon en la nuca. Un testigo dijo que fue ella la que disparó. Huyeron en un taxi robado en el que los investigadores policiales encontraron las huellas del etarra Julián Achurra Egurola. El sumario de Manuel refleja que colaboradores de ETA te ubicaron alojada en un piso de la calle San Francisco de Bilbao junto con Julián Achurra Egurola desde el 3 de mayo de 1986 –Manuel fue asesinado el 20 de mayo– hasta noviembre de ese año. La persona que te alojó en el piso dijo además en sede judicial que os oyó reconocer el asesinato. Nunca has hablado al respecto. Carmen, ¿quién mató a Manuel?
En todos estos años las familias de las personas a las que ETA asesinó mientras tú estabas en la banda siguen esperando no sólo Justicia, sino la verdad de lo que sucedió
En junio de 2002 la Audiencia Nacional te condenó por el asesinato del policía municipal Juan Rodríguez Rosales, en Lekeitio. En esa sentencia quedó probado que en 1984 estabas integrada en un comando que asesinaba en Vizcaya junto con el terrorista José Félix Zabarte, entre otros. En tres de los siete asesinatos de ETA perpetrados en Vizcaya en 1984 y que aún están sin resolver participó, de una u otra forma, una mujer. Tras la detención de tu compañero en ETA José Féliz Zabarte, este aseguró además que el comando Vizcaya estaba integrado en marzo de 1984 por dos grupos y que uno de ellos lo integraba él mismo, Ángel Aldana y tú, Carmen. Dijo que habías participado en al menos dos de los siete asesinatos aún sin resolver que fueron perpetrados en la Vizcaya de 1984. Carmen, a José Verdú Ortiz le asesinaron un hombre y una mujer a las puertas de su casa de Galdakano el 18 de abril de 1984. ¿Quién le mató?
A Antonio Velasco Benito le asesinaron dos hombres y una mujer en Bilbao el 21 de abril de 1984 desde un Renault 14 blanco. Usaron armas automáticas y una pistola. La pistola era la misma con la que ETA mató al guardia civil José Verdú Ortiz. El crimen sigue sin estar resuelto. Carmen, ¿sabes quién asesinó a Antonio Velasco Benito?
En abril de 1989 un hombre y una mujer miembros de ETA robaron un Renault 11 en La Avanzada y obligaron a su propietario a conducirlo hasta Erandio. Allí ataron al dueño del vehículo y condujeron hasta Las Arenas. Aparcaron y siguieron a pie hasta las faldas del Puente Colgante, donde esperaba para pasar a Portugalete el guardia civil José Calvo de la Hoz. Sacaron dos pistolas y los disparos destrozaron el cuello del agente. No murió en el acto. Lo hizo al llegar al Hospital de Cruces.
Estás a tiempo de sentar un precedente y de que el arrepentimiento que proclamas deje de ir de la mano de un silencio que sigue obstruyendo la vida de cientos de víctimas
Días después del asesinato los autores del atentado remitieron por correo al dueño del coche robado su DNI. Lo enviaron en un sobre en el que, a mano, escribieron el nombre del destinatario y la dirección del domicilio, emplazado en Bilbao. La letra era la tuya, Carmen. Los peritos e investigadores probaron que tú escribiste la dirección y nombre del destinatario en aquel sobre. Unos pocos meses después te detuvieron en Francia y llevabas contigo las dos pistolas que se usaron para asesinar a José Calvo de la Hoz. El juicio fue en 2002, cuando ya te habías distanciado de ETA. No obstante, te negaste a responder a las preguntas de la Justicia. En la sentencia quedó probado que “sin ningún género de dudas” tuviste acceso a la información sobre el asesinato del guardia civil. Te condenaron por encubrimiento. ¿Carmen, quién mató a José?
Han pasado muchos años desde que anunciaste tu arrepentimiento, desde que dejaste la disciplina de ETA. Pero en todos estos años las familias de las personas a las que ETA asesinó mientras tú estabas en la banda siguen esperando no sólo Justicia, sino la verdad de lo que sucedió. El arrepentimiento es un paso importante, pero de poco sirve si este va acompañado de un silencio cómplice con crímenes terroristas. De la misma manera que la disolución de ETA no disuelve su responsabilidad, la petición de perdón por el terrorismo causado no exime a nadie de su responsabilidad con las víctimas del terrorismo.
Tu integración en la vía Nanclares se produjo antes de que en este país nos percatásemos de que cientos de asesinatos de ETA siguen sin estar resueltos, antes de que los demócratas advirtiésemos lo importante que es exigir la colaboración con las autoridades a terroristas que aseguran estar arrepentidos de lo que hicieron. Hace unos años dijiste que sientes no poder reparar lo irreparable y hoy defiendes que hay que cerrar heridas. Creo que estás a tiempo de sentar un precedente y de que el arrepentimiento que proclamas deje de ir de la mano de un silencio que sigue obstruyendo la vida de cientos de víctimas del terrorismo. Te pido que des el paso y pidas a otros que lo hagan.
Amaya Fernández es secretaria general del PP vasco.
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