Pocas unanimidades como ésta: la actual legislatura es ya un cadáver en irremediable descomposición. Muchos anticipábamos que el goteo de casos de corrupción acreditados en el PP acabaría por colmar todos los vasos. Sin embargo, la sentencia principal del caso Gürtel ha caído como un obús de consecuencias todavía difíciles de aquilatar en medio del polvo y los escombros. Aun recurrible, el veredicto de la Audiencia Nacional marca un punto de no retorno. Lo cambia todo, dijo Albert Rivera. Ya lo ha hecho.
La corrupción en el partido en el Gobierno, verificada por los jueces, nos ha traído hasta aquí. Eso y el viejo esquema de alternancia bipartista que ha sostenido a unos partidos incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos y asumir que la sociedad española es hoy muy distinta, más madura y exigente en términos democráticos. Un bipartidismo que, pese a todos sus aspavientos de falsa confrontación, es el más interesado en aferrarse al fantasma del gatopardo y libra una batalla feroz para que todo siga como está.
Llegados a este punto Ciudadanos lo ha dicho tan claro como es posible: sólo cabe dar la voz a los españoles y convocar elecciones. Cuanto antes, por el bien del país. Pedro Sánchez ha bloqueado esa posibilidad con sus prisas por atajar hacia la Moncloa utilizando para ello cualquier apoyo, el de populistas y separatistas de toda laya, en un movimiento táctico tan precipitado como sonrojante.
Pedro Sánchez ha bloqueado la posibilidad de convocar elecciones con sus prisas por atajar hacia Moncloa
Sin someterlo al parecer de los suyos -el lío de las firmas de la moción parecería un chiste si la situación no fuera tan grave-, sin hablar con otras fuerzas políticas, sin calibrar las repercusiones de su acción en la crisis golpista e independentista en Cataluña. Conjugando sólo y exclusivamente la primera persona del singular. Y con un único punto programático, sentarse en el sillón de la Moncloa a cualquier precio.
Tan es así que no rechazará ningún voto. Lo ha admitido sin ambages. Venga de donde venga, por tóxico que sea. "No negociaré" sobre la integridad de España, dijo también. En el último año Pedro Sánchez ha cambiado tantas veces de criterio sobre el modelo de Estado, sobre la arquitectura institucional y territorial, sobre los límites del 155, sobre dialogar o no con quienes quieren fracturar este país y despiezarlo por las malas, que ha dilapidado cualquier autoridad moral sobre este asunto.
“Sin condiciones”, ha dicho por otro lado Pablo Iglesias. El mismo que un día exigió vicepresidencias y ministerios antes siquiera de sentarse en el hemiciclo. En política los apoyos nunca son gratis. Jamás se libran cheques en blanco. Lo sabemos todos los que conformamos el tablero político y cualquier ciudadano en la calle. Lo saben ERC y el PdeCat, que tienen muy claras sus demandas sobre el levantamiento del 155 en Cataluña para seguir caminando sin trabas hacia su fabuloso mundo de Oz, las expresen en voz alta cada semana en el Congreso y el Parlament, o susurradas al oído. Y lo sabe mejor que nadie el PNV, que nunca ha hecho nada sin pasar la factura por prestar escaños al Gobierno central de turno, mientras con la otra mano firma con EH Bildu pactos para la futura autodeterminación de Euskadi.
En los términos planteados, con los avales que puede concitar, la moción de censura del PSOE es una irresponsabilidad
Por legítimas que sean las aspiraciones de gobierno de un partido y un candidato, no puede ser presidente por la puerta de atrás quien se vale para ello de quienes sólo quieren liquidar el proyecto común de todos los españoles. Si Pedro Sánchez insiste en tomar atajos y asumir esas hipotecas con el separatismo hará víctima también a sus propias siglas. Me pregunto dónde está el partido vertebrador que el PSOE dice ser. Muchos lo miramos y no lo reconocemos en este acercamiento táctico a quienes quieren romper la casa de todos.
En los términos planteados, con los avales indeseables que puede concitar, la moción de censura del PSOE es una irresponsabilidad. Al gobierno del PP y a Mariano Rajoy le tienen que enseñar la salida los españoles en las urnas y, con sus votos, abrir una nueva etapa de regeneración y fortalecimiento institucional. Ciudadanos apuesta por ello y ofrece a los socialistas sentarse a negociar una moción alternativa con el único fin de convocar unos comicios cuanto antes para escuchar a los electores. De eso se trata.
No puede seguir dirigiendo un país un partido condenado por corrupción. Ni debe continuar a los mandos un presidente incapaz de sanearlo, timorato ante la crisis catalana, pendiente sólo de su propia supervivencia política, que miente a la Justicia ante un alto tribunal penal. Ése era tal vez el último umbral que le quedaba por cruzar a Mariano Rajoy. El daño enorme para la moral pública y la confianza de la ciudadanía en la rectitud de sus instituciones democráticas manchará su legado.
España necesita abrir una etapa nueva de estabilidad que la impulse como país. En Ciudadanos queremos construirla para todos, desde un proyecto centrado y leal con nuestro estado de Derecho y con los valores constitucionales. Con la voluntad irrenunciable de sumar.
Miguel A. Gutiérrez Vivas es diputado y secretario general del Grupo Parlamentario Ciudadanos
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