La economía asistida por la política monetaria extraordinariamente expansiva y por el fácil endeudamiento ha creado un conjunto de familias y empresas que pueden catalogarse como zombis o muertos vivientes. La realidad transmitida al conjunto de la sociedad por parte de las autoridades políticas es de una vuelta a la normalidad económica, con fortaleza financiera y buenas perspectivas de inversión.

Los datos nominales de las distintas variables económicas muestran sendas positivas que permiten concluir que estamos en crecimiento. Sin embargo, languidecer en este mar de sosiego es posible gracias a un gas inerte compuesto por facilidad financiera y alto endeudamiento.

La esperanza reside en certificar que el número de empresas que sí ha hecho los deberes durante este periodo sea suficientemente amplio como para compensar la desaparición definitiva de los zombis empresariales. El entorno de estas empresas más eficientes, adaptadas tecnológicamente, formadas y con capital humano está a años luz del entorno de permanente asistencia pública.

La política monetaria expansiva y el fácil endeudamiento han creado un conjunto de familias y empresas zombis"

La pregunta que deberíamos hacernos en Europa es si estamos, hoy en día, en disposición de anular los estímulos monetarios y, desde la perspectiva fiscal, si es posible enderezar, en un plazo razonable, el alto endeudamiento público. La respuesta es un lamentable y simple “no”.

La reciente comparecencia del presidente del Banco Central Europeo puede resumirse en un mensaje único: en el año 18, las reformas estructurales siguen siendo una asignatura pendiente de los gobiernos de la zona euro. De aquí que no nos quede más remedio que aceptar que, como siempre, las respuestas políticas a problemas económicos se quedan siempre muy justas, lo suficiente cerca como para echar balones fuera, pero excesivamente lejos de las puertas que llevan a un cambio efectivo.

Con endeudamiento y bajos tipos de interés, trasladamos consumo futuro a consumo presente, las variables nominales suenan muy bien y la sociedad percibe una mejora económica. No obstante, esta mejora podría estar lejos de la realidad económica, pues se ha consumido un futuro que pertenece a otra generación.

No sé qué tendrán en mente las generaciones futuras cuando observen que la factura de una sociedad envejecida, poco adaptada al nuevo entorno y con elevado gasto social en sanidad y pensiones debe ser pagada por ellos mismos. Lo normal es que en el entono global los más capacitados salgan corriendo. Y no es improbable, pues hoy en día se puede ser del Atlético de Madrid y vivir en Australia.

O España se hace competitiva o tendremos que cerrar el sistema social alcanzado en el siglo XX"

La conclusión podría ser la siguiente: o los países europeos y, en nuestro caso, España, se hacen competitivos con entorno económico y social favorable, o no tendremos más remedio que cerrar el sistema social alcanzado en el siglo XX. Este entorno competitivo pasará por otra visión renovada, más amplia y abierta, que prime una sociedad de clase media, muy formada, capacitada y con fortaleza económica.

En el Foro de Davos del pasado invierno, en la reunión sobre mercados financieros, la mesa compuesta por altos cargos de entidades financieras transmitió la necesidad de atraer al ahorro privado a los mercados de capitales. Después de tantos años de ascenso, los mercados de renta variable y renta fija necesitaban más fuelle. La represión financiera promovida por el entorno de bajo rendimiento de los activos seguros no acababa de estimular el salto a activos de mayor riesgo.

Era necesario entender la causa de esta trampa de liquidez: una explicación probable a la falta de inversión sería considerar que buena parte de la intervención económica no es percibida como creíble por los agentes privados y, por tanto, sin capacidad de trasladar la idea de crecimiento real sólido y sostenible.


Javier Kessler Saiz es socio fundador de Kessler Global