"Debemos respetar las decisiones judiciales". Lo decía Mariano Rajoy hace un par de meses, pero no se refería a la Gürtel, claro, sino a Carles Puigdemont. Cómo ha cambiado su discurso sobre la independencia judicial desde que la sentencia de la Audiencia Nacional acusara a su partido de haber tejido una trama corrupta. Opina ahora su Gobierno que "lo que diga un juez no es palabra de ley". Así lo ha defendido hoy mismo en el Congreso de los Diputados María Dolores de Cospedal, que para eso es la ministra de Defensa del Partido Popular. Literalmente.
"¿Acaso los jueces son infalibles?", ha añadido Cospedal. Seguía esta pregunta a otra de retórica populista mucho más preocupante de hace unos días: "¿Quién reparte los certificados de credibilidad en España?". No se la hemos oído a Quim Torra, ese nuevo president de la Generalitat del que nos hemos olvidado desde que la sentencia de la Gürtel animara a la oposición a saltar la legislatura por los aires.
Entre las cábalas para la moción de censura, Rajoy tiene motivos para alegrarse. Al menos hemos dejado de hablar de la Gürtel
Quien se está preguntando estos días en alto por qué van los tribunales a decidir quién es de fiar y quién no, es el mismísimo Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno que confió a los jueces la resolución de la peor crisis independentista, incapaz de frenarla políticamente, sostiene ahora que los tribunales no son quiénes para otorgar certificados de credibilidad. Manda collons.
Debería agradecer el todavía presidente del Gobierno que al día siguiente de conocerse la sentencia de Gürtel apareciera Pedro Sánchez con ganas de recobrar su protagonismo perdido. Para desviar la atención del fallo judicial que ha puesto en jaque al PP, mucho más efectiva que las excusas de María Dolores de Cospedal, ha sido la moción de censura presentada por el secretario general del PSOE.
Si funcionará o no el órdago del PSOE para derrocar al Gobierno popular está por ver. Aunque si la de Sánchez falla, Pablo Iglesias se ha pedido segun. Todos los caminos llevan a elecciones, pero entre las cábalas para la moción de censura y los sustos de la prima de riesgo, Rajoy tiene motivos para alegrarse. Al menos hemos dejado de hablar de la sentencia de la Gürtel, cuyos jueces consideran probado que su partido tenía una caja B para hacer frente a gastos electorales "al menos desde 1989", justo un año antes de que Rajoy fuera elegido miembro de la Ejecutiva Nacional y vicesecretario general del PP.
El Gobierno de España ha activado una campaña de desprestigio contra los jueces que puede hacerle más daño al sistema democrático que cualquier inestabilidad política derivada de una moción de censura. Entre tanto, Cospedal insiste en que esto de la Gürtel "es cosa del pasado" y que no ha sido una trama del PP, sino de "personas que hacen cosas". Visto el nivel de las excusas, hasta Rajoy debería encontrar consuelo en una moción de censura que sirve para cambiar de tema.
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