Hay muy poca gente que esté en condiciones de ser ministro de España. Cada vez menos. Hay que empezar por descartar, como defendía el propio Pedro Sánchez antes de nombrar a Màxim Huerta, Màxim el breve, a quienes hayan creado alguna vez sociedades pantalla para pagar menos impuestos a Hacienda. Descartemos, además, a todos los españoles que alguna vez hayan eludido pagar el IVA y se hayan desgravado como gastos laborales los de su casa de la playa, como desveló El Confidencial que hizo el ya ex ministro de Cultura. Tampoco es recomendable, por si acaso, designar a quien haya mangado en el Eroski.
Un ministro no puede ser un defraudador de Hacienda, ni siquiera el titular de Deportes
¿Podría usted ser ministro? Seguramente no. No todos podríamos ni deberíamos serlo. Un ministro no puede ser un defraudador de Hacienda. Ni siquiera el titular de Deportes, pese a ser este uno de los gremios donde más acostumbrados estamos a aplaudir a los que conviven con las sociedades pantalla para no tributar. El escándalo con Hacienda que le ha costado el cargo a las 150 horas de acceder a él ha sido lo más cerca que ha estado Màxim Huerta de que los futbolistas que antes lo despreciaban lo considerasen uno de los suyos.
Pese a su breve paso por el Gobierno de España, sin embargo, hay mucho que agradecerle a Màxim Huerta. El legado más importante que deja este escritor y periodista, el único del Consejo de Ministras y Ministros que puede presumir de haber presentado de El programa de Ana Rosa, es que dejar de pagar los impuestos debidos ha demostrado ser, por fin, políticamente intolerable.
Dejar de pagar los impuestos debidos ha demostrado ser por fin políticamente intolerable en España
Muchos de los tertulianos que critican ahora al ministro cesado también crearon sociedades para esquivar impuestos como la que le costó al ex ministro, además del cargo, una multa de 365.938,1 euros. Hubo una época en la que hasta se presumía de ello.
Darle esquinazo a Hacienda no está todavía socialmente proscrito. Al menos, gracias a Huerta, ahora sabemos que sí que lo está políticamente. Y es un paso importante para el cambio de mentalidad que necesita un país con cerca del 23% del PIB de economía sumergida. En un país de tertulianos, ha quedado demostrado que no todos podemos ser ministro. Afortunadamente.
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