El Genio del Año era una divinidad romana que favorecía el ciclo de las estaciones y de las cosechas. Era una fuerza que engendraba, producía y conservaba todo lo que vive y evoluciona.

Vivimos en un orden cíclico en el que las maneras y formas de defender las fuerzas de mercado se repiten de forma regular. No es despotismo ilustrado, pero se parece. La actitud de los líderes mundiales para intervenir en lo que ellos entienden que es bueno para el pueblo, pero que finalmente se realiza sin el pueblo, genera impedimentos para avanzar hacia una sociedad con mejor distribución de la renta.

Las medidas proteccionistas anunciadas por el gobierno americano buscan aumentar la producción doméstica, mejorar su relación real de intercambio con el resto del mundo y tener, por efecto directo, una mejora en las arcas del estado. Sin embargo, tal como se repite en el tiempo, las medidas proteccionistas conducen a una respuesta natural de sus oponentes, iniciando una guerra comercial abierta que, finalmente, concluye cuando la ineficiencia provocada en la economía termina afectando no solo al nivel general de precios, sino también a los beneficios de las empresas, a la producción, al empleo y, en definitiva, al crecimiento potencial de los países.

La actitud de los líderes mundiales genera impedimentos para avanzar hacia una sociedad con mejor distribución de renta

La constante intervención de las autoridades con políticas tradicionales muestra un cierto grado de pérdida de horizonte en el fomento de un crecimiento sostenible en el tiempo. Entre muchos efectos, el carácter ultraexpansivo de la política monetaria ha distorsionado el precio del dinero y la medición del riesgo inherente en las operaciones financieras, el excesivo endeudamiento ha puesto en duda la sostenibilidad de parte de las estructuras propias del estado del bienestar y, ahora, la vuelta al proteccionismo de la principal economía mundial, ha señalado la enorme debilidad existente en los países para afrontar los  cambios estructurales necesarios en una economía global y abierta.

En contra de lo que pueda esperarse, estas medidas intervencionistas retrasan los cambios de estructura necesarios para jugar la partida del siglo XXI. Una partida que debería desarrollarse en un entorno de menos protección a lo que es grande y pesado y más estimulante para nodos pequeños y medianos generadores de riqueza. Parecería razonable que, tras dieciocho años de siglo y mucha paciencia, pidamos que se vuelva al concepto básico de la división del trabajo y la especialización. Frente a la intervención constante e ineficiente, existe un modo de crecer más uniforme consistente en la especialización, en la productividad y la formación.

Solo estaríamos repitiendo ciclo, pues en un tiempo breve surgirán nuevos líderes defendiendo, de nuevo, la apertura de mercados como medio para promover riqueza en las naciones.


Javier Kessler Saiz es socio fundador de Kessler Global