Intercambiar opiniones por alejadas que sean, confrontar argumentos aunque el intento se salde con un desencuentro, es algo perfectamente normal. Siempre ha sido así, a lo largo de la historia, incluidos los tiempos de guerra. Así que con la reanudación del diálogo interrumpido, no cabe más que estar de acuerdo. Si además se trata de rebajar la tensión, el intento está justificado.
No hablar es una anomalía, por muy distantes que estén las posiciones de partida y de llegada. El anterior gobierno lo intentó y no funcionó, ¿de quien fue la culpa? Falta una explicación pormenorizada sobre los motivos del fracaso.
El presidente vicario de la Generalitat ha cogido un AVE camino de Madrid, lo que es otra señal de normalidad, y se ha encontrado con un sonriente Pedro Sánchez esperándole en el “perron” de la Moncloa, flanqueado por las banderas española y catalana.
Se le da a una reunión monda y lironda una apariencia de excepcionalidad que no viene al caso, parece más un ceremonial que una rutina doméstica
Desconozco quien inauguró esta costumbre, poco afortunada, pues se le da a una reunión monda y lironda, una apariencia de excepcionalidad que no viene al caso. Por no decir que se compadece más con un ceremonial entre estados que con una rutina doméstica, que es lo que en realidad es.
El viajero ha venido con el lazo amarillo en la solapa de la chaqueta, proceder más propio del militante que del representante de todos los catalanes, aunque en Madrid solo haya comparecido la delegación de la mitad. El lazo es la denuncia falsa de que en España hay "presos políticos", cuando se trata de presos que están en la cárcel por no haber respetado la Constitución y el Estatut y de prófugos que han huido del país para sustraerse a la acción de la justicia.
Tras dos horas y media de reunión, los balances son discordantes. El epílogo deja un aroma de la visita de Tarradellas a Suárez, la discusión bronca dentro, el balance manso fuera.
El visitante es un hombre culto y de buenos modales y ha querido darse un garbeo por los jardines de la Moncloa para ver la fuente, testigo de los encuentros de Antonio Machado con su amada Guiomar. Un “beau geste”, viniendo de un político con credenciales previas tan extremas. Los hermosos versos que Miquel Marti i Pol, poeta de cabecera de tantos catalanes, dedicó a Machado, podrían quedar grabados en esa fuente como señal de normalidad y permanencia.
El visitante ha planteado un 'diálogo estable sobre la ruptura' y eso les ha parecido poco a los soberanistas más radicales
Resulta sorprendente que el presidente del gobierno no haya comparecido ante la prensa para valorar un encuentro tan esperado, tratándose del tema más vivo de la agenda nacional. El presidente de la Generalitat sí lo ha hecho, en la “librería embajada de Cataluña en Madrid”, y no ha desaprovechado la ocasión para reiterar que su objetivo es la proclamación de la república catalana. Para él, ese debe ser el colofón del diálogo que hoy ha comenzado. Sin titubeos ni disimulos. Que no se engañe nadie.
El resultado de la reunión ha sido más alegórico que material, con el recurso a la vieja técnica española de desperezar una comisión durmiente; que recibirá atención mediática pero de la que no cabe esperar magnos frutos. Además, se ha acordado la retirada de los recursos presentados durante el Gobierno popular ante el TC, y una nueva reunión en el otoño, esta vez al borde del mar.
Con ese objetivo a la vista, el visitante ha planteado un “diálogo estable sobre la ruptura”. Y esa pretensión les ha parecido poco a los soberanistas más radicales, que han denunciado un “pacto de élites”, pues no en balde desearían proclamar la independencia, sin tanta urbanidad y galanura.
El presidente Sánchez se ha reunido con el president, después de que este rompiera relaciones con el jefe del Estado. En vista de que no hubo acuse de recibo, se animó y fue un poco más lejos, alentando a extender el anhelo republicano al resto del país. Espesos silencios, difíciles de entender.
La impresión es que ya importan pocas cosas, salvo las que son esenciales. Tampoco, esta ruptura unilateral que suena a humorada, a la que la jefatura del Estado no ha considerado útil darle notoriedad. Cabe suponer que aplicando la técnica sabiniana de que “no hay nada más letal que la indiferencia”.
Quien desde el Gobierno aboga por el cambio de estrategia, tendrá que explicar la “aparente normalidad”, así como los límites del apaciguamiento
De vuelta a Barcelona, Quim Torra se ha ido contento porque, tras el encuentro, ha dejado claro que la unilateralidad, la desobediencia, el derecho de autodeterminación, la plurinacionalidad, el derecho a decidir... van a seguir siendo el estribillo del concierto.
El diálogo estable sobre la ruptura que quiere, no parece que lo desee la mayoría de los catalanes pero, transcurridas 24 horas desde el encuentro en Madrid, le ha faltado tiempo para reclamar una nueva Constitución, con un argumento impetuoso: “Tengo 55 años y nada que perder”.
Estas urgencias son la prueba del algodón de que se trata de un diálogo para la ruptura. Lo cual no es otra cosa que viajar al principio. Quien desde el Gobierno aboga por el cambio de estrategia, tendrá que explicar la “aparente normalidad”, así como los límites del apaciguamiento.
Afectando un aire payés, el Honorable Torra ha llegado a la capital con presentes para su anfitrión, dos libros y un licor, la ratafía, que se usaba más para cerrar acuerdos y que, según un amigo de Guils de Cerdanya, requiere tener ya el estómago lleno. Como el acuerdo está lejano, mejor habría sido, según él, llevar mistela, un vino dulce exquisito.
Los payeses siempre se quejan, pero cuando se avecina tormenta recogen ganado y enseres. Cuando amaina, dan la vuelta a la hierba para que se seque.... Después de tantos años de esfuerzos y de haber logrado cotas de libertad y bienestar social desconocidas, no cabe permitir que la hierba fresca fermente.
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