Qué necesarias son para el verano esas películas alemanas de sobremesa con romances de todo a cien. Son sinónimo de siesta veraniega. Como el Tour y los gin tonics.
Una abogada de éxito pasea por la playa justo antes de su boda cuando por sorpresa se cruza con el amor de su vida al que no veía desde la Universidad. Perfecto para la hora de la siesta, ¿a que sí? Al despertar, da igual cuarenta minutos que dos horas más tarde, la chica está cancelando la boda y decide dejar su carrera para hacerse pintora como siempre deseó.
En realidad no era la misma película del principio de la siesta, deberíamos haberlo sospechado porque esta chica en vez de por la playa, pasea por un riachuelo en la montaña. La abogada ya se casó hace un rato con el amor de su vida mientras dormíamos en el sofá. A esta protagonista del nuevo telefilm aún le quedan veinte minutos para hacer lo propio. Es la ventaja de las sobremesas de sesión continua. Tan previsibles que no hay spoiler posible.
Están robándonos la pereza de quedarnos tostados viendo lo primero que se cruza en el sofá
Estas plácidas siestas del verano, sin embargo, están en peligro. Netflix, Movistar y el resto de plataformas con miles de horas de entretenimiento disponible bajo demanda están acabando con ellas. Están robándonos la pereza de quedarnos tostados viendo lo primero que se cruza en el sofá.
Una siesta veraniega de verdad necesita saborear el aburrimiento, la certeza de que no está pasando nada interesante a nuestro alcance. Y con tanta serie de estreno pendiente ya no hay quien descanse a pierna suelta. Ver la tele está dejando de ser un descanso, para convertirse en una más de las tareas pendientes. A ver si me pongo al día este verano, decimos cada vez que alguien nos pregunta si hemos visto tal o cual serie. Y así no hay quien duerma siestas tan a gusto como cuando nos enganchábamos al destino de las chicas que pasean al borde de un lago la víspera de la boda que claramente van a cancelar.
El verano necesita menos estrenos y más telefilms. Recuperemos el derecho al aburrimiento. Ese no hacer nada a posta. Netflix solo debería ofrecer telefilms alemanes a la hora de la siesta. O el tour. Y los gin tonics.
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