A Maduro no le basta el sufrimiento, ni la pobreza que viven los venezolanos dentro del país. Esa batalla diaria buscando alimentos y medicinas para sobrevivir. Ese peregrinaje permanente y doloroso. Saber que en este siglo, uno de los países más ricos del mundo se ha convertido en un cementerio de niños que mueren por desnutrición y enfermos que fallecen porque no hay las medicinas más elementales. Ese dolor no le basta.
Los venezolanos acaban de recibir los más enloquecidos y destructivos anuncios económicos que se hayan producido a lo largo de su historia republicana, creando en ustedes una inmensa desesperanza y desasosiego. Todos hablan de un viernes negro.El país entero ha entendido la extrema gravedad de lo anunciado, cuyas consecuencias son previsibles y dramáticas: cierre de empresas, mayor desempleo, gente saliendo del país por miles, desesperada; empeoramiento de la escasez y una hiperinflación que, posiblemente, no tiene antecedentes.
Yo, desde afuera, viviendo en el exilio, que tiene un significado emocional mucho mayor que no estar en el país en el que he nacido y vivido, y llevando en mi equipaje a Venezuela, a los sueños de libertad y los ideales democráticos como también mi responsabilidad a El Nacional. He librado una lucha empresarial sin tregua, contra un régimen que ha intentado todos sus recursos para asfixiarnos económicamente, y destruirnos con el deseo de silenciarnos. He logrado mantener el periódico, como fuente de trabajo para muchas familias.
El Nacional es un foro de la libertad de expresión, El Nacional es el periódico que de generación en generación ha estado en todos los hogares de los venezolanos, donde la voz de los ciudadanos es tomada en cuenta, cumpliendo con nuestra misión de informar y denunciar. Sigo a pesar de todas las demandas, ofensas, injurias, de los voceros del gobierno, y nos mantenemos de pie. Han sido muchos los obstáculos vencidos para poder llevar la empresa hacia adelante, cumplir con mis trabajadores y con ustedes los lectores. Y no me arrepiento ni un segundo de no haberlo vendido al régimen. En esta hora de turbulencia les pido no decaer, hemos afrontado muchos problemas y siempre hemos salido hacia adelante.
Es el sentir que estamos en un autobús con un chófer que nos lleva a un precipicio.
La reacción ante las medidas de Maduro en todo el país es de temor, perplejidad y dolorosa incertidumbre. Las personas y las familias no saben cuál será su destino, su situación en las próximas horas ni en los próximos días. Hay una sensación generalizada de orfandad e indefensión, de país al borde de un abismo que reclama una respuesta inmediata de la sociedad organizada. Es el sentir que estamos en un autobús con un chófer que nos lleva a un precipicio.
La información que hemos recibido, desde todas partes de Venezuela, es de unánime rechazo. Este rechazo incluye a una parte del PSUV, a capas enteras del gobierno, a los técnicos del BCV y de todos los ministerios, que saben que el gobierno no tiene dólares ni bolívares ni recursos de otra índole para hacer frente a todo este desastre que se avisora.
Es importante que en este amenazante momento, recordemos que, a pesar de las dificultades, los venezolanos no estamos solos. Puedo expresarles que en el exilio no hay un día en que no haya pensado en la libertad de Venezuela, en la caída del régimen, en ese gran abrazo colectivo de los venezolanos y en ese titular de El Nacional que todos esperamos. He compartido con muchos presidentes, con muchos políticos, empresarios y gente común en el mundo entero, cada vez más dispuestos a colaborar en el rescate democrático de Venezuela.
En el exilio no hay un día en que no haya pensado en la libertad de Venezuela, en la caída del régimen
No hay un país que yo haya visitado como un venezolano comprometido con la libertad, ni un organismo, ni una oficina gubernamental, ni un partido político democrático, que no se solidarice con nuestro drama. Gobiernos de otros países, organismos multilaterales, partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, observatorios de los derechos humanos, medios de comunicación y redes sociales, y los millones de compatriotas que forman parte de la diáspora, siguen los hechos de Venezuela, minuto a minuto. Hay un compromiso activo, que ha logrado denunciar a la dictadura de Maduro, y que se potenciará a partir de estos anuncios.
La unanimidad del rechazo al programa hambreador es ahora mismo un poderoso factor de unidad, que debe aglutinar a los partidos políticos, a sindicatos y gremios profesionales, a las empresas y a las universidades, a las academias y a las asociaciones civiles. La sociedad entera ha comenzado a decir no a la quiebra del país.
Las protestas, en todas sus formas, deben reactivarse, dentro y fuera de Venezuela
El régimen cada vez más solo, más amenazante, ¿quién querría defender a los verdugos que se proponen acabar con todos? No basta con repudiar las medidas, hay que combatirlas en todos los terrenos donde sea posible. Las protestas, en todas sus formas, deben reactivarse, dentro y fuera de Venezuela. Están dadas las condiciones para superar las diferencias, para que la lucha sea unánime. Ha llegado la hora de la lucha decisiva contra el régimen de Maduro. No es momento de decaer. Cada uno de nosotros debe aportar su grano de arena, el conjunto de todos estos granos de arena nos hará invencibles. Seremos una sólida montaña.
De la oscuridad nace la luz: el régimen no podrá robarnos la esperanza, es la que nos hace fuerte en las dificultades.
* Miguel Henrique Otero es Presidente Editor Diario El Nacional
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