Lo malo de que la ministra Carmen Montón haya dimitido por fin es que ya no vamos a seguir escuchándola poner excusas de lo más inverosímiles. Estas han sido la parte más interesante de la trama del Caso Máster, episodio tres.
Cristina Cifuentes había dejado muy alto el listón de la saga de políticos enfangados en sus máster que su caso inauguró. Mantuvo la intriga durante tres semanas sobre si dimitiría cuando el pasado abril se supo que la ex presidenta de la Comunidad de Madrid había obtenido un título universitario plagado de irregularidades. Entre tanto, Pablo Casado ha encontrado cómo darle suspense a su propio remake llegando a presidente del PP mientras espera de resolución en el Supremo que investiga su caso.
En la tercera entrega de esta trilogía de políticos que reciben títulos con trato de favor, la ministra de Sanidad ha logrado marcharse dejando huella gracias a un estilo propio: la comedia. Solo así se entiende la retahíla de excusas que acumuló vertiginosamente en las 48 horas de huída hacia delante que duró su caso.
La ministra habla en tercera persona de su yo del pasado, en un desesperado intento de echar balones fuera aunque sea del espacio-tiempo
Carmen Montón mantuvo hasta el momento mismo de su dimisión que no había cometido "ninguna irregularidad". Como si no fuera ella quien firmaba el Trabajo Final de Máster lleno de fragmentos plagiados, revelación de La Sexta que precipitó su marcha un par de horas después de que Pedro Sánchez mantuviera su apoyo.
No es la única irregularidad que ha pasado por alto Montón en sus explicaciones. Las notas del máster de la Universidad Rey Juan Carlos, de dónde si no, que le han costado la cartera de Sanidad fueron manipuladas. Según reveló el diario.es y la propia universidad ha confirmado, con las actas ya cerradas, una asignatura pasó misteriosamente de "no presentado" a "aprobado". También en el escándalo Cifuentes se había modificado su expediente a posteriori. "Está fuera de mi ámbito de responsabilidad, no veo justo que se me impute a mí", dijo Montó al respecto de buena mañana en una entrevista en la Ser cuando todavía no tenía intención de dimitir. Qué culpa tendría una pobre ministra, entonces diputada, de que la fueran aprobando a una sin querer. Debió de tener en cuenta que esa excusa ya la probó Cristina Cifuentes con resultado similar. Es lo malo de los remakes, hay que esforzarse más para ser original porque inevitablemente uno termina buscando paralelismos en el guion.
Montón ha tratado sin éxito que no la compararan con Cifuentes. La ex ministra de Sanidad insistía a la desesperada en que, a diferencia de aquella, ella sí que mostraba su Trabajo Final de Máster. Y cuanto más insistía en que tenía un TFM, pero que solo lo dejaba ojear, más sospechoso resultaba todo. ¿Cómo pudo presentar ese trabajo final si en las asignaturas del primer semestre aparecía como no presentada? "Entendí que estaba entregando un trabajo de fin de máster porque podía, nadie me dijo lo contrario", alega Montón. Como si cualquier cosa que uno pudiera hacer se convirtiera en legal de facto.
Las explicaciones de por qué no fue a clase fueron mucho más originales. Según dijo la ministra de Pedro Sánchez en su primera y precipitada rueda de prensa tras las primeras informaciones, no tenía por qué asistir a clase de este máster presencial en igualdad de género porque le dieron la opción de hacerlo a distancia. A los periodistas que han destapado el caso les dijo inicialmente, sin embargo, que sí que iba a clase pero no recordaba exactamente a qué campus porque como no tenía carné de conducir iba en taxi. Y, claro, así no hay quien se aclare si las clases eran en Vicálvaro o en Alcorcón. ¿Ven? Definitivamente es una comedia.
Las preguntas que pueden forzar la dimisión de un miembro del Gobierno parecen sacadas de un chiste de Jaimito
¿Cómo podía el taxista llevarla al máster sin que ella supiera decirle ni dónde era? ¿Y si realmente era online por qué iba a clase? Las preguntas que han forzado la dimisión de un miembro del Gobierno parecen sacadas de un chiste de Jaimito. El plagio, también.
Tampoco le debía de parecer una irregularidad a Montón superar con nota la mitad de las asignaturas de su máster sin asistir a esas clases, aunque hubo otras alumnas a las que no les ofrecieron tal ventaja. "A mí también me parece mal", reconocía Montón, coqueteando con el surrealismo. Para excusarse le pidió a Pepa Bueno que se pusiera en el lugar de "la Carmen Montón de aquel momento". La ministra hablaba en tercera persona de su yo del pasado, en un desesperado intento de echar balones fuera aunque fuera del espacio-tiempo. En vez de una dimisión, ofreció una distopía.
¿Cómo se le ocurre a la que fuera secretaria de Igualdad del PSOE tratar de justificar, aunque sea de soslayo, un atenuante por estar embarazada?
Por no responder a las preguntas de si tenía todo aprobado antes de presentar el Trabajo Final de Máster, tal y como marca la ley, Montón se empeñó en leer en la radio uno de los correos que conserva con el servicio de administración de la universidad. Con los profesores que la examinaban, curiosamente, no conserva correspondencia porque "no tenía interés en hacerme notar". En el correo en cuestión no aclaraba nada de la ausencia de sus clases ni de cuándo las aprobó. Sí recordaba en él, por segunda vez desde que empezó a explicarse, que durante el máster estaba embarazada.
Así que si hubiera que elegir una de entre todas las excusas que ha ido esparciendo la ya ex ministra socialista sobre las irregularidades de su máster en igualdad, aunque son muchas las memorables, esta última sería la más inverosímil de todas. ¿Cómo se le ocurre a la que fuera secretaria de Igualdad del PSOE utilizar, aunque sea de soslayo, su embarazo como atenuante? El mundo está lleno de mujeres que estudian, gestan y trabajan. Y no reciben ni piden favores por ello. Presentar un trabajo fin de máster repleto de plagios sin tener las asignaturas aprobadas depende del enchufe que una tenga, no de su útero.
La víspera de su dimisión Montón alegaba que "no todos somos iguales". ¿Se referiría a otros políticos con tratos de favor o a los demás alumnos que no los tuvieron? El desenlace del episodio tres ha acabado con la dimisión de la última protagonista de un Caso Máster. Pero la saga continua.
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