Un antiguo ministro, no importa de qué gobierno, hacía este miércoles en una conversación privada una consideración que nadie podría discutir: que si hay dos carteras ministeriales que exigen una autoridad moral fuera de cualquier duda -dando por sentado que la limpieza en la trayectoria personal es algo reclamable a todo servidor público- esas dos carteras son la de Defensa y la de Justicia. La ministra de Defensa puede haberse equivocado a la hora de administrar el asunto de la venta de las bombas de precisión a Arabia Saudí pero eso no daña en absoluto su reputación personal. Quiere esto decir que a Margarita Robles no la habrán grabado nunca en plena cuchipanda con un comisario del que ya eran más que conocidos sus oscuros manejos en las llamadas cloacas del Estado y en las cloacas a secas. Pero a la actual ministra de Justicia sí y eso es lo que está arrasando su prestigio profesional, ya dañado de antemano, porque ella era entonces fiscal de la Audiencia en ejercicio.
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