Recuerdo a los lectores que esta es la segunda parte de un artículo que versa sobre dogmas en el mundo de la inversión, no sobre fútbol. Las apariencias engañan. La semana pasada escribía sobre los dividendos, y quedaba pendiente hacerlo sobre la capitalización compuesta y la renta variable.
Empecemos por la magia de la capitalización compuesta. Según Einstein, la fuerza más poderosa del universo. La mejor manera de multiplicar las inversiones. Correcto. Si inviertes 100 al 10% a un año, al final del año tienes 110, es decir, obtienes 10 en intereses. Si inviertes los 110 al 10%, consigues 121, 11 en intereses. Y así, hasta el infinito y más allá. Matemáticamente lo que quiere decir es que, si se reinvierten las ganancias año a año, con el paso del tiempo el dinero que se obtenga irá creciendo geométricamente.
La capitalización compuesta consiste en reinvertir los beneficios mientras dure la inversión. Las variables que intervienen son tres, el capital inicial, el tiempo y el tipo de interés, pero la más determinante es el tiempo. De aquí viene la frase de la semana pasada sobre que el largo plazo es tu amigo en el mundo de las inversiones. El largo plazo y la diversificación.
El problema es que a veces no resultan bien las cosas. Es decir, a veces tienes que esperar mucho tiempo para obtener plusvalías o directamente no las hay. Cuando uno compra a 20 una acción que hoy cotiza a 7 -por ejemplo, Telefónica en el año 2000 o 2008- lo que hay es descapitalización.
En renta variable inviertes hoy a 100 y obtienes la rentabilidad cuando vendas, en un momento desconocido en el punto inicial. Dos incógnitas: plazo y rentabilidad. Así que no mezclemos conceptos, ni capitalización compuesta ni gaitas. Ésta solo afecta a la hora de tener en cuenta la inversión inicial donde siempre hay que incluir los intereses o plusvalías pasadas.
Muchas veces se confunde al inversor particular contándole reglas matemáticas fascinantes
Lo que vengo a decir con todo esto, es que se mezclan churras con merinas, y, muchas veces se confunde al inversor particular contándole reglas matemáticas fascinantes. Y lo son, pero aplican cuando aplican. Así que procuremos hacer las cosas simples para que la gente lo entienda, evitar confusiones y malas experiencias derivadas de unas expectativas que no se cumplen.
El tercer mito es ese que dice que la bolsa es la mejor inversión si lo miras desde una perspectiva a largo plazo. No dudo que mirando series históricas es así, especialmente si eres americano. Pero siendo español, nacido en la década de los 70, no lo acabo de ver, pese a que llevo toda mi vida profesional trabajando en el mundo de las inversiones.
El Ibex, índice de referencia español, está hoy a 8.800 puntos, en el año 2000 estaba por encima de los 12.000, y, en 2007 casi alcanzaba los 16.000. Lo que viene siendo un 25% de caída en 18 años, y un 45% en 11 años. Yo no sé para ustedes, pero para mí 11 años son largo plazo, no digo nada de 18 que es media vida.
Por el medio hemos sufrido el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. La sabiduría popular siempre mantuvo que la inversión en ladrillo era la más segura, que siempre se ganaba, que los precios siempre subían. Yo estuve muchos años diciendo que no, que nada sube para siempre y que la inversión inmobiliaria era una pésima alternativa en España. Que no había que comprar pisos, que había que vender. Yo tenía razón, los precios de la vivienda se desplomaron.
Sin embargo, viendo las cosas con la perspectiva del tiempo, me doy cuenta que me equivoqué. Es cierto que el precio de la vivienda cayó, es cierto que la inversión en inmuebles es muy ilíquida, pero si tu alternativa era invertir en bolsa española parece evidente que mucho mejor en inmuebles. No me fío mucho de los datos publicados sobre vivienda, pero estoy seguro que alguien que compró una casa en una buena zona en 2007 no perdió el 45% como lo hubiera hecho en bolsa, más bien podría haber obtenido hasta plusvalías, dependiendo de las zonas. Cierto es que no tengo en cuenta los dividendos, pero tampoco los posibles ingresos por alquiler.
A vista de pájaro, parece claro que en España la mejor inversión ha sido la inmobiliaria
Algún día profundizaré más en los números, pero a vista de pájaro parece claro que en España la mejor inversión ha sido la inmobiliaria. Especialmente si se cumplen algunas premisas básicas con el objeto de mitigar el riesgo. Que sea primera vivienda, en buena zona. Que el esfuerzo inmobiliario de la familia sea inferior a 5, es decir que el precio de la vivienda sea como máximo 5 veces los ingresos brutos anuales. No endeudarse demasiado, que el pago de la hipoteca no supere el 30% de los ingresos netos mensuales.
Ya saben, compren la mejor casa que puedan, en la mejor localización posible. Esa es la apuesta más segura, y, así te ahorras el esfuerzo de pensar en qué invertir. Probablemente se haya pasado el tren, porque en muchas zonas el sector inmobiliario está al rojo vivo. Pero habrá nuevas oportunidades en el futuro.
Si sobran recursos para invertir, diversificación, diversificación y diversificación, no hay magia, y el tiempo siempre es tu amigo. Si se quiere y se trabaja, se puede. Donde no llega el talento llega la voluntad, la dedicación, la rebeldía y el sacrificio. Suerte.
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