A veces la inteligencia artificial no es tan lista como su nombre quiere vendernos. El otro día me contaba un experto en la materia que de momento es tan fácil engañar a alguno de los departamentos de selección automatizados como copiar en el curriculum la oferta de trabajo. Tal cual. Hay que disimular el corta y pega en color blanco, al final del documento y en letra pequeñina, para que sea invisible al ojo humano. Lo importante es que lo detecte el algoritmo que escanea el contenido. Calculará así que ese candidato cumple los requisitos porque aparecen en su perfil todas y cada una las palabras de la oferta. Et voilà, pasará a la siguiente ronda.
Los partidos van a poder analizar y espiar nuestros whatsapp y guardar perfiles de opiniones políticas
No creo que los sistemas con los que los políticos planean espiar nuestras redes sociales para luego enviarnos propaganda por whatsapp en la próxima campaña electoral vayan a ser tan rudimentarios como estos. Aunque viendo cómo se cocina el CIS no podamos descartarlo. Yo, por si acaso, tengo un plan para que les salga el por la culata.
Los expertos en privacidad han puesto el grito en el cielo porque los políticos vayan a poder analizar y espiar nuestras conversaciones en internet, enviarnos mensajes personalizados según nuestras ideas y, además, guardar perfiles de las opiniones políticas que vertamos en nuestras redes para hacerse una idea de cómo influirnos mejor. Se han autorizado a sí mismos a hacerlo con el artículo 58 de la nueva Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD).
Y es normal que la propaganda personalizada resulte inquietante. Aunque no sea más que la confirmación de que la política se está convirtiendo, ya lo sospechábamos, en spam. Pero tiene una contrapartida. Puede, quién sabe, que por fin nos escuchen con atención. En vez de a golpe de encuesta, ahora será de clic.
No es más que la confirmación de que la política se está convirtiendo, ya lo sospechábamos, en spam
Las compañías privadas ya utilizan esta técnica en sus mensajes publicitarios para vendernos planes de pensiones a medida y viajes a la playa cuando más estresados estamos. A la publicidad comercial le hemos dado el consentimiento previo al aceptar las condiciones de uso que, al igual que nos pasa con los programas electorales, tampoco nos leímos. Y al no estar considerada la política una actividad comercial, según la nueva ley los partidos ni siquiera necesitan permiso para enviar sus mensajes electorales.
¿Quieren espiar lo que nos escribimos cuando despotricamos de política? Pues van a flipar. Todos tenemos alguna tía enganchada al whatsapp y encantada de reenviar todo lo que le llega. Hay un ejército de tíos y cuñadas aburridas esperando una misión. Y como con el truco del curriculum, podemos llenar los grupos de whatsapp de cadenas de mensajes que repitan mil veces que urge un pacto educativo y más inversión en I+D. Por empezar por algún sitio. Y así hasta que se enteren. ¿De verdad quieren saber lo que pensamos? Pues que preste atención el algoritmo.
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