Nunca pudo sospechar Santiago Abascal que los partidos contra los cuales lucha para hacerse un hueco en el Parlamento andaluz y, ya puestos a pedir, en el Congreso de los Diputados, le iban a ayudar tanto y tan insistentemente a recabar votos. Pero eso es lo que está sucediendo en este último tramo de la campaña electoral andaluza en la que Vox no ha tenido que hacer grandes esfuerzos para entrar en el panorama político porque ya le han metido sus contrincantes.
Susana Díaz le ha hecho a este nuevo y pequeño partido el favor de su vida porque lo ha convertido en protagonista absoluto del último debate celebrado en TVE en el que estaban los cuatro candidatos más un quinto al que no se veía pero al que la candidata socialista mencionaba de continuo. La intención de la aspirante socialista era la de poner en evidencia a Ciudadanos y al PP, que se negaron a decir si pactarían con la formación de Santiago Abascal para formar un hipotético gobierno en Andalucía.
Díaz ha seguido con la cantinela durante el mitin de este miércoles y seguramente lo hará también hoy. Y ha insistido tanto, ha puesto tanto empeño en descalificar a Vox, que le ha dado la oportunidad de sacar pecho, de vender su mercancía electoral y de concitar el entusiasmo de sus partidarios que, no nos engañemos, hasta ahora mismo eran votantes del PP. Hasta van a querellarse con la presidenta andaluza, a la que Abascal se ha permitido insultar a voz en cuello, por decir que era "un partido racista y xenófobo que justifica la violencia contra la mujeres". "Sinvergüeza" la ha llamado.
Es decir, que por obra y gracia de Susana Díaz -a quien Teresa Rodríguez ha acusado de irresponsable por darle cancha política a ese partido- Vox ha encontrado ya su voz y su sitio, no solamente en el panorama político andaluz sino probablemente en el escenario nacional. Y el principal perjudicado por esta estrategia es precisamente Pablo Casado que, literalmente, no sabe qué hacer con Vox, ni en qué postura ponerse, ni qué decir a sus propuestas, ni si acudir o no a sus convocatorias ni nada de nada.
Ciudadanos lo tiene más claro y ha sabido apartarse a tiempo de una relación que para el partido naranja era tóxica
Ciudadanos lo tiene más claro y ha sabido apartarse a tiempo de una relación que para el partido naranja era tóxica. Ya probó los peligros de esa relación cuando los de Abascal se presentaron al acto abierto a todos que Ciudadanos convocó en Alsasua con la intención de exhibir la unidad de los partidos constitucionalistas frente a las amenazas de los independentistas y de los radicales. Comprobaron que existía el riesgo evidente de que el electorado confundieran a unas formaciones con otras por el simple hecho, no desdeñable, de que ambos defienden la unidad de España y se oponen a cualquier tipo de tibieza con los secesionistas catalanes y con los radicales proetarras del País Vasco y de Navarra. Y eso constituye un peligro electoral más que evidente para los de Albert Rivera.
Por esa razón han decidido poner tierra por medio y no se han andado con paños calientes: no van a acudir a la convocatoria, también abierta, que han hecho la plataforma España Viva y Denaes, Fundación para la Defensa de la Nación Española, una organización muy próxima a Santiago Abascal, que fue su presidente y ahora es su secretario. Las cosas han cambiado mucho en muy poco tiempo y el partido naranja no quiere tener nada que ver con Vox ni con la Fundación que lo apoya y por lo tanto ha hecho saber que "no acudimos a actos de otros partidos", dando por hecho que Denaes es el brazo social del partido político fundado por Abascal. Rivera quiere además que se sepa y que se note que ha abierto un abismo con esa formación, hasta el punto de declararse incluso "antagónicos", tal es el temor que ya albergan los naranjas.
Pablo Casado está en una situación mucho más difícil: son sus votantes los que están nutriendo los mítines de Vox y es a ellos a los que el PP quiere rescatar, lo cual le imposibilita atacar a ese partido, incluso distanciarse demasiado de él. Por eso está el PP en un sinvivir: inicialmente varios de los líderes populares recibieron la orden de acudir al acto de Denaes pero ahora mismo ya no saben qué hacer. Casado es consciente de que "ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero". Su problema es que, tal como se presentan las cosas, Vox está creciendo en apoyos y que la mayor parte de sus votos van a proceder de antiguos partidarios del Partido Popular del mismo modo que buena parte de los votos de Ciudadanos proceden también de viejos votantes del PP.
Y eso es un drama para el joven presidente Casado que se ve atrapado en un cepo endiablado del que tiene muy difícil escapar. Él sigue pensando que Vox es en el fondo una escisión del Partido Popular y parece no darse cuenta de que esa formación ha adquirido vida propia, tiene su programa diferenciado y se quiere hacer mayor. Pero el PP insiste en no cortar amarras con los hijos pródigos hasta el punto que han difundido un vídeo para la campaña andaluza donde se le dice al votante: "Entendemos que quieras votar a Vox" pero explica que ese voto favorecerá las opciones de Podemos. El simple hecho de que un partido declare que "entiende" que se vote a otro que compite con él es una prueba más que suficiente de la debilidad en la que se encuentra.
Pero cuanto más se acerque el PP a Santiago Abascal más lana se dejará en los zarzales porque lo poco poquísimo que pueda recuperar por la derecha acercándose a los "hermanos descarriados" lo va a perder a chorros por la izquierda o, para ser más precisos, por el centro. Y eso, que se va a constatar en las elecciones andaluzas, probablemente tendrá una traducción aún más contundente en las autonómicas, municipales y europeas del mes de mayo.
Más le valdría a Casado dar por perdido a ese sector de su antiguo electorado que está en Vox y aplicarse a dibujar su perfil de partido de centro
De manera que más le valdría a Casado dar por perdido definitivamente a ese sector de su antiguo electorado que acaba de encontrar en Vox la perfecta horma de su zapato y aplicarse con toda intensidad -y cuanto antes, que ya está tardando- a dibujar con nitidez su perfil de partido de centro si no quiere perder también la partida ante Ciudadanos, lo que acabaría definitivamente con su sueño de volver a recuperar el gobierno de España.
Con caricias y arrumacos a Vox no se llega al poder en nuestro país porque para defender la integridad territorial de España y el orden constitucional hay otros partidos más moderados que garantizan igualmente los valores de nuestro sistema constitucional y que tienen sin embargo planteamientos sociales más defendibles. Y Casado lo sabe.
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