En el Ayuntamiento de Madrid se han roto las hostilidades. Cuando aún los dirigentes de Podemos están intentando digerir el golpe propinado a la formación por su antiguo número dos, Íñigo Errejón, las aguas en el seno de esta formación bajan cada vez más turbias. Porque no ha sido únicamente Errejón quien les acaba de dar con la puerta en las narices, sino que ha sido la propia alcaldesa, de la que tanto han presumido los podemitas hasta ayer mismo, la que les ha trazado una raya que dice "de aquí no pasaréis" y se ha quedado tan ancha.
Fue este miércoles cuando Manuela Carmena explicó con total naturalidad la fecha concreta y el lugar en el que se había consumado la decisión de Errejón de dar el salto y, prescindiendo por completo de los designios de su hasta entonces líder, sumarse a la plataforma -así la la llama la alcaldesa- llamada Más Madrid: fue el 22 de diciembre en casa de la propia Carmena, durante una cena que ella tuvo que abandonar porque se lesionó el tobillo.
Pero es que, además de ese relato, a medias entre lo político y lo doméstico, la alcaldesa anunció con claridad meridiana a Carlos Alsina en Onda Cero que no pensaba contar en su lista para las elecciones al Ayuntamiento con el ex JEMAD Julio Rodríguez, el hombre que no ha conseguido hacerse con ninguna plaza de diputado en las dos ocasiones en que lo ha intentado y con el que Pablo Iglesias parece haber asumido una deuda moral que tiene también ribetes de admiración, quizá por lo que supone de extraordinario que un alto, altísimo mando de las Fuerzas Armadas se pase a militar en un partido de extrema izquierda.
A Carmena no le gusta que le intenten imponer los candidatos en su plataforma y mucho menos que se haga en nombre de un partido
A Carmena no le gusta que le intenten imponer los candidatos en su plataforma y mucho menos que se haga en nombre de un partido: "La incorporación en la plataforma no es desde los partidos, si no de personas que forman parte de partidos", dijo. Es más, a lo largo del miércoles supimos también que Actúa, la formación que aglutina a personajes tan relevantes como Gaspar Llamazares o Baltasar Garzón, han estado llamando a las puertas de Más Madrid y han recibido un rotundo no por respuesta.
Y ahora es cuando viene lo llamativo. Desde las filas de Podemos -alguien tan importante en ese partido como Juan Carlos Monedero- han empezado a situar a Íñigo Errejón en el campo de la derecha dentro de la izquierda. Esto es lo que acaba de decir: "Podemos, liberado un poco de esa pérdida de energía constante de la lucha interna, puede reforzar su consistencia y tendrá que discutir con esa derecha que representa el sector de Errejón y el PSOE". Ahí queda eso. Acaban de asimilar a quien fue el número dos del partido morado al Partido Socialista en un intento claro de desacreditar su oferta política, sea ésta la que acabe siendo al final.
Pero no acaba ahí la cosa. Como muy bien comentan algunos de los militantes podemitas: "Ahora se dice a toda España que Manuela Carmena no es la alcaldesa de Podemos. Es una sorpresa", confiesan consternados y completamente desorientados. Pero es así, tal como lo dicen, porque desde la mañana de este miércoles, los dirigentes del partido ya no han podido soportar el trago de tanta bilis y a partir de la negativa de la alcaldesa a incorporar al "muy amado" por Iglesias Julio Rodríguez, se han empezado a escuchar cosas tan estupefacientes como la que cuenta en El Independiente Ana Cabanillas y con la que titula su crónica: " En la izquierda hay muchos que no distinguen a Carmena del PP". Casi nada.
El intento de desacreditar a Carmena evidencia el altísimo grado de inmadurez política de Podemos y pone al descubierto hasta qué punto el partido ha quedado herido
Es más, se han empezado a hacer críticas muy duras a la gestión de la edil que hasta hace nada era el icono y el orgullo de Podemos. Y ya dicen que no "ha hecho nada" en materia de viviendas sociales y que el hecho de haber cerrado de Operación Chamartín, un megaproyecto que llevaba más de 20 años sin acuerdos definitivos, es la prueba de su mal comportamiento al frente de la alcaldía, por otra parte un ejemplo lamentable de "desgobierno".
Ni más ni menos. Ésta del intento de desacreditar -según los criterios de la extrema izquierda- a quienes le resultan molestos por alguna razón es una táctica muy habitual en los modales del partido morado, pero en esta ocasión se han venido tan arriba - o tan abajo- que se les han visto las vergüenzas. Porque este tipo de reacciones evidencian el altísimo grado de inmadurez política de la formación y porque ponen al descubierto más que ninguna otra cosa hasta qué punto el partido ha quedado herido en este lance.
Podemos no va a presentar candidatura al Ayuntamiento de Madrid y esa es una prueba dramática de la debilidad política en que se encuentra hoy sumido. El temor, casi el terror, de los dirigentes regionales es que los devastadores efectos del golpe recibido en la capital de España se extiendan a las otras comunidades donde la cohesión interna es más que deficiente y donde hay corrientes que pugnan ferozmente entre sí para hacerse con la dirección. Y efectivamente, es más que probable que así suceda.
Por todo eso es malo, muy malo, el panorama que se ofrece a lo que queda del vapuleado partido liderado por Pablo Iglesias.
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