En Venezuela hay en este momento una pugna entre dos poderes: uno legítimo, constitucional y con respaldo democrático encarnado por el presidente interino Juan Guaidó; y otro ilegítimo y apoyado únicamente en la violencia representado por Nicolás Maduro.
Lo que queremos la gran mayoría de los ciudadanos europeos es que el poder ilegítimo del régimen desista y Guaidó pueda cumplir la función que le reserva la Constitución venezolana: convocar unas elecciones libres, transparentes y creíbles, algo que no sucede en el país desde que en 2015 las fuerzas democráticas arrollaron a las oficialistas y lograron una amplia mayoría en la Asamblea Nacional.
Así que éste es el objetivo que no deberíamos perder de vista. Creo que con ese plazo que la Unión Europea planteó la semana pasada para que se convocaran unos comicios creíbles en Venezuela lo que se pretendía era abrir grietas en el régimen. Nadie en su sano juicio puede esperar que un dictador organice unas elecciones que, obviamente, va a perder.
Nadie en Venezuela quiere que las cosas sigan como están, básicamente porque se está viviendo una catástrofe humanitaria
Como ha señalado Guaidó, prácticamente nadie en Venezuela quiere que las cosas sigan como están, básicamente porque se está viviendo una catástrofe humanitaria que todo el mundo conoce. No me importa demasiado ahora si esta idea del plazo fue acertada o equivocada. Me importa mucho más que el Parlamento Europeo -es decir, los representantes de los 500 millones de ciudadanos de la Unión -ha reconocido a Juan Guaidó como legítimo presidente encargado de Venezuela.
Y también me importa otra cosa: todo parece indicar que los gobiernos de la Unión (empezando por el de España) y la propia Alta Representante están a punto de imitar a la Eurocámara. En Europa todo va más lento, pero lo cierto es que el régimen chavista no tiene apoyos significativos ni entre los gobiernos ni, desde luego, dentro del propio Parlamento.
El principal problema ahora mismo es la violencia con la que Maduro trata de reprimir a los venezolanos. Hay ya decenas de muertos desde que comenzaron las protestas previas a la juramentación de Guaidó como presidente interino.
Es quizás ahora cuando la tiranía instalada en Venezuela se va a volver más peligrosa que nunca. Cuando puede haber un baño de sangre
Hay cientos de detenciones arbitrarias de venezolanos y también de periodistas de otros países (lo cual nos hace suponer que el régimen no quiere testigos). Hay incluso numerosos casos acreditados de menores de edad detenidos y torturados, incluido un niño que padece epilepsia y otro con una discapacidad. Es quizás ahora cuando la tiranía instalada en Venezuela se va a volver más peligrosa que nunca. Cuando puede haber un baño de sangre.
Para tratar de evitarlo se pueden hacer dos cosas. Una es lo que parecían sugerir desde la extrema izquierda (en España, Podemos e IU) y desde el Vaticano: ponernos de perfil, no reconocer a Guaidó y hacer muchos llamamientos al diálogo.
Por supuesto, ésta es la opción favorita del régimen chavista, que podrá seguir engañando, robando y reprimiendo. Habrá sangre y habrá muertos, pero tal vez no ofendan a la vista de quienes hasta hace dos días preferían no pronunciarse sobre lo que estaba ocurriendo allí.
Lo otro que se puede hacer es mostrar un apoyo sin fisuras a las fuerzas democráticas, dejando bien claro que no toleraremos abusos ni violencia. En realidad, esto estaba ya en los comunicados de Federica Mogherini de la semana pasada, en los que advertía al régimen acerca de una represión violenta. Bien, esta represión ya se ha producido y no nos deja otra alternativa que endurecer al máximo las presiones.
Hace ya un año que se aprobaron sanciones contra algunos de los principales jerarcas de Venezuela. Habrá que preguntarse si son suficientes o se pueden ampliar.
Es necesario revisar lo que queda de las relaciones comerciales y, sobre todo, escuchar cada propuesta que llegue del plan de transición de Guaidó, en cumplimiento de esa hoja de ruta que nos hemos comprometido a apoyar: cese de la usurpación, gobierno de transición con acciones ejecutivas y convocatoria de elecciones a la altura de los estándares internacionales.
Si los venezolanos que se están jugando la vida han elegido esta vía constitucional y pacífica, desde la UE estamos obligados a apoyarlos
Hace tiempo que las fuerzas democráticas optaron por una transición de la ley a la ley. Su comportamiento durante todos estos años ha sido ejemplar. Han convocado manifestaciones pacíficas, han recurrido a los menguantes mecanismos de libertad de expresión y, sobre todo, han defendido la Constitución vigente que, no lo olvidemos, es la que impulsó Hugo Chávez.
Es el régimen el que la vulnera de forma sistemática desde que perdió el apoyo de los venezolanos ante el colapso del país y la falta de libertades.
Si ellos, los venezolanos que se están jugando la vida, han elegido esta vía pacífica y constitucional para salir del atolladero, desde la Unión Europea estamos obligados a apoyarlos y acompañarlos. Éste es el sentido y el profundo significado de la resolución aprobada en el Parlamento Europeo.
Beatriz Becerra es vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE). Es autora de Eres liberal y no lo sabes (Deusto).
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