Pedro Sánchez ha metido la pata... una vez más. La designación a dedo de Pepu (José Vicente) Hernández, exitoso entrenador de baloncesto que llevó a la selección española a ganar el campeonato mundial en 2006, es un síntoma de la inclinación al cesarismo del presidente. No ha sido el único que ha caído en la trampa de creerse infalible, pero eso no debería servirle de consuelo. Sobre todo, cuando Sánchez hizo de las primarias y de la democracia interna la razón de ser de su campaña para recuperar la secretaría general del PSOE.
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