Esquerra Republicana de Cataluña se ha cerrado voluntariamente cualquier salida que pudiera acercarle al Gobierno del PSOE y al mismo tiempo le ha cegado cualquier salida al propio presidente Pedro Sánchez al plantear como exigencias innegociables para empezar a debatir los Presupuestos Generales del Estado dos cesiones de todo punto inasumibles para cualquier gobernante español y, por extensión, para cualquier demócrata. Una, que le diga a la Fiscalía que cambie su acusación en el juicio a los procesados por los hechos de septiembre y octubre en Cataluña y renuncie a defender que estamos ante un delito claro de rebelión. Y, dos, que monte una mesa en la que estarían, por una parte, el PSOE y Podemos y, por otra, los partidos independentistas catalanes nada menos que ¡para negociar la autodeterminación de Cataluña!

Joan Tardá y todos los suyos saben perfectamente que por muy menesterosa que sea la situación del presidente del Gobierno -que ni mucho menos lo es tanto como parece- jamás de los jamases podría llevar a cabo ninguna de esas dos iniciativas porque, en la inverosímil hipótesis de que iniciara el menor movimiento en esa dirección, los españoles -sus votantes también- le sacarían a puntapiés del palacio de La Moncloa. Y como lo saben muy bien, hay que pensar que estas dos exigencias tienen otro destinatario político. Y ése no es otro que el partido que se ha convertido en su rival de cara a las próximas elecciones municipales en Cataluña: el PDeCat que ha visto cómo le han madrugado su posición de intransigencia y de pretendida imposición al Gobierno de la nación del derecho de autodeterminación, que ahora se pretende convertir por obra y gracia de la propaganda secesionista en un derecho universal reconocido a todos los pueblos del mundo por todas las organizaciones internacionales.

El PDeCat ha sido cogido por sorpresa y ahora ya no le ha quedado más que sumarse al órdago de ERC porque optar por la abstención en ese paso previo que va a ser votar a partir del martes día 12 las enmiendas a la totalidad de la ley de Presupuestos hubiera resultado una postura demasiado tibia y que habría tenido un alto coste en su reputación secesionista. Los solos votos de ERC son determinantes para, sumados con los votos del PP y de Ciudadanos, lograr devolverles los PGE al Gobierno. Así que lo que ha hecho este partido ha sido sumarse en la tarde de este lunes al anuncio de la enmienda de ERC y ahogar definitivamente cualquier esperanza que hubiera albergado el presidente.

Es evidente es que ha sido ERC y no el PDeCat quien se ha llevado el gato al agua en materia de radicalidad

Lo que es evidente es que ha sido ERC y no el PDeCat quien se ha llevado el gato al agua en materia de radicalidad. Pero es que, además, el grupo parlamentario  de Oriol Junqueras tiene cegada cualquier retirada porque, una vez planteada con esa crudeza la altura del listón, toda rebaja que aceptaran de ella sería vista como una concesión o incluso una "traición" a la estrategia defensiva de quienes ese mismo día 12 van a empezar a ser juzgados por el Tribunal Supremo, estrategia que consiste precisamente en defender la bondad y la excelencia democráticas del derecho de autodeterminación al que durante los primeros tiempos denominaban con cierto pudor "derecho a  decidir" pero al que ahora, caretas fuera, llaman por su nombre.

En definitiva, por más que el grupo parlamentario de ERC dispone hasta el mismo martes 12 para retirar la enmienda que van a presentar este martes, es muy improbable que lo hagan porque lo que es del todo imposible es que el Gobierno se pliegue a esas exigencias inadmisibles y, por cierto, desde un punto de vista democrático definitivamente humillantes. Por lo tanto, lo que tenemos que prever es que los Presupuestos del PSOE sean devueltos al Gobierno sin siquiera haber sido discutidos. Y eso a pesar de todas las consideraciones morales y todas las apelaciones a la responsabilidad que los socialistas llevan semanas haciendo a todos los que han anunciado ya sus votos negativos.

Pero eso no significa, de ninguna manera, que la legislatura se acabe a continuación y que Pedro Sánchez decida, forzado por la derrota, convocar elecciones anticipadas en el mes de mayo. Quien tenga esa idea en la cabeza ya se la puede ir quitando porque el Gobierno tiene ya la experiencia tranquilizadora de la aprobación de la mayor parte de los reales decretos que ha ido presentando al Pleno del Congreso. Es un procedimiento poco regular porque la fórmula del real decreto está pensada para casos de extrema urgencia y necesidad pero es un procedimiento que le está funcionando a la perfección hasta el momento y que puede seguir utilizando unos meses más sin grandes costes, dejando aparte, claro, el descrédito monumental  y la exhibición de debilidad parlamentaria que supone que el Congreso le devuelva unos Presupuestos al Gobierno .

Lo probable es que los españoles seamos convocados a las urnas en el otoño de este año 2019 o quizá incluso en diciembre

De modo que las últimas advertencias de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, según las cuales el presidente convocará elecciones "este año" si no se le aprueban las cuentas, son una forma de amagar y no dar. Lo que busca es amedrentar en lo posible a los partidos a los que no les convienen ahora mismo elecciones anticipadas -que son todos- para ver si con el miedo en el cuerpo de una posible convocatoria electoral se avienen a apoyar los Presupuestos. Pero no es nada más.

Lo probable es que los españoles seamos convocados a las urnas en el otoño de este año 2019 o quizá incluso en diciembre. Con o sin -más bien parece que sin- los Presupuestos aprobados. Porque alargar la legislatura hasta junio de 2020, que es cuando en puridad toca, sólo sería posible si los independentistas le apoyaran las cuentas. Pero como para apoyárselas pretenden que el presidente del Gobierno haga lo que no puede hacer, ya sabemos desde ahora que las próximas elecciones generales serán anticipadas.