Forcadell era quizá de los más débiles, de los más expuestos, lo sabíamos ya desde aquellos días de vértigo y sinrazón. Como una avecilla calva en la alta cornisa del Parlament, daba paso a resoluciones y leyes de sombrerero loco y la veíamos atragantarse como con los huesos de lo que decía y proclamaba. Entonces, los otros aún posaban como mosqueteros de escalinata, daban discursos de gran colorido político o humanístico, gallináceamente, y hacían patria con romanticismo y lanceros. Pero ella, con su cara de levantarse con gripe, era la que tenía la misión de dar apariencia de legalidad a lo que era saltarse el reglamento, el Estatuto, las leyes, la Constitución y hasta la lógica aristotélica, allí como alguien que sólo canta los números del bingo. Forcadell, tragando espino o siendo el pájaro espino, hizo entonces de notaria de los locos sin poder siquiera aparentar locura. Ha seguido así en su declaración ante el Supremo, con un temblor de plumas y papeles, mojada y ahogada en sus papeles como en un pantano. Lo suyo era casi imposible de defender y ha sido eso, un largo ahogo de esa voz y de ese pulso suyos que firmaron cosas ya chorreando veneno por la manga.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El Independiente | El diario digital global en español
- 2 Las revelaciones sobre el Fiscal General revolucionan a Ayuso
- 3 Los claroscuros de la duquesa roja: lesbiana y cercana a ETA
- 4 Comprobar Lotería de Navidad 2024 - El Independiente
- 5 Imane Khelif contra el odio: “Represento a las mujeres del mundo”
- 6 Perdóname, Pedro, por haber desconfiado del fiscal y de tu palabra
- 7 El teniente Lacalle salvó a 500 personas de la DANA en Chiva
- 8 El extraño caso del teléfono vacío
- 9 OpenAI cambia el nombre de su nueva IA por culpa de Telefónica