El ex presidente del gobierno no entró al trapo -o a las trampas- que las defensas le pusieron ayer de forma machacona y un tanto burda en su comparecencia ante el Tribunal Supremo en el juicio que se sigue contra los líderes del procés.
Utilizando términos futbolísticos, que a él tanto le gustan, Mariano Rajoy fue a hacer su partido: demostrar que la aplicación del artículo 155 de la Constitución estuvo justificada.
Quedando fuera del turno de preguntas las del el letrado Javier Melero, defensor de Joaquim Forn, el más incisivo y hábil de todo el amplio equipo que representa los intereses de los acusados, la cosa no le resultó difícil. Francesc Homs se pierde en los decretos y su discurso es farragoso y plúmbeo; Van den Eynde quiere llevar siempre a los testigos al terreno político, lo que el presidente del tribunal, Manuel Marchena, lógicamente, no le permite; al brillante Jordi Pina le pierde su pasión soberanista... Así que Rajoy, con coherencia y sin salirse del guión, erre que erre, se mantuvo inamovible de su bien estudiado argumentario.
El ex presidente reconoció que se había reunido en seis ocasiones con el expresidente Artur Mas, y otras dos con Puigdemont. En sus encuentros, en los que los dirigentes independentistas le plantearon la posibilidad de convocar un referéndum de autodeterminación, él siempre les dijo lo mismo: "Sobre la unidad de España sólo puede decidir todo el pueblo español, no sólo una parte de él".
No hubo, pues, ninguna negociación sobre un referéndum de autodeterminación. "Los que convocaron el 1-0 lo hicieron a sabiendas de cual era mi posición". Es decir, que lo hicieron conscientes de que se trataba de un acto ilegal ante el que el Gobierno estaba obligado a responder.
En todo momento, Rajoy se ha negado a aceptar que lo que se produjo el 1-0 fuera un referéndum. "Eso es lo que dictaminó la Junta Electoral, y no seré yo quien corrija su criterio", dijo, en razonamiento que también utilizó unas horas antes su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría. Hasta tal punto el guión de ambos era similar que Rajoy hizo referencia en una de sus respuestas a lo que ya había dicho por la mañana Sáenz de Santamaría respecto a las diferencias entre el 9-N y el 1-O: elemento clave para justificar el 155. Raudo, el abogado Pina llamó la atención al tribunal sobre la posible puesta en común de las respuestas de los testigos, lo que está explícitamente prohibido. "La declaración (de Sáenz de Santamaría) la he leído en los periódicos digitales", se zafó Rajoy en ocurrente improvisación.
El presidente deja en manos de los mandos policiales la aportación de los hechos violentos que justifiquen la existencia del delito de rebelión
La otra línea de ataque de las defensas fue la violencia que se produjo durante la jornada del 1-0. Pero Rajoy situó la carga de la prueba en el terreno de los responsables de la convocatoria: "Ninguno de nosotros estaríamos hoy aquí si no se hubiera convocado el referéndum ilegal".
El expresidente sostuvo con consistencia durante todo el interrogatorio la necesidad de aplicar el artículo 155 de la Constitución, basándose -a diferencia de lo que sucedió con la consulta del 9-N- en el carácter vinculante del 1-O y en la declaración unilateral de independencia que le siguió.
Intentaron las defensas acorralarle con las imágenes de una intervención de la Guardia Civil ante un colegio electoral el 1-O, vídeo exhibido a petición de Marina Roig (abogada de Jordi Cuixart). "A mí no me gustan esas imágenes", reconoció, en una especie de autocrítica a su estilo, algo que ya hizo el ex delegado del gobierno en Cataluña, Enric Millo, pero de forma tan abierta y explícita que molestó al entonces ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.
Esperábamos -o nos temíamos- un interrogatorio duro y mitinero por parte del abogado de la acusación popular Javier Ortega, pero no fue así. El número dos de Vox trató al ex presidente con deferencia y sus preguntas fueron incluso anodinas. Tal vez Ortega se haya dado cuenta de que los votantes de su partido proceden en su mayoría del PP y no haya querido enfadarles siendo demasiado agresivo con Rajoy. Al fin y al cabo, el enemigo es el enemigo, y nadie duda a estas alturas de que la lucha contra los independentistas es la razón de ser de Vox.
Para la Fiscalía el testimonio de Rajoy no aportó datos o indicios relevantes que avalen su criterio de que hubo delito de rebelión. Tanto el ex presidente como Sáenz de Santamaría dijeron que, entre septiembre y octubre de 2017, en Cataluña se produjo violencia, pero esa afirmación la sostuvieron sólo en base a lo que vieron o leyeron en los medios de comunicación. Queda pues para los responsables policiales el aporte de pruebas que ayuden a demostrar que hubo, en efecto, un delito de rebelión, el aspecto esencial de este histórico juicio.
Salió Rajoy vivo de una sesión que causó más expectación mediática que resultados prácticos de cara al proceso. Pero, esto es lo que hay.
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