Pablo Iglesias cree haber recuperado la iniciativa después de una semana desastrosa tras su regreso a la primera línea, el pasado 23 de marzo, una vez transcurridos tres meses cuidando a sus bebés. Desastrosa porque la sangría de Podemos se ha agudizado aún más con la ruptura de Izquierda Unida y porque sus apariciones en programas en prime time en televisión (La Sexta, Tele 5, Antena 3) sólo han servido... para hundir sus audiencias.

Pero el líder de Podemos ha visto en la causa que se sigue en el juzgado central 6 de la Audiencia Nacional contra el ex comisario José Manuel Villarejo la oportunidad de recuperar el terreno perdido asumiendo el papel que más le gusta: el de víctima.

El día de su reaparición en el mitin de Madrid sorprendió a la concurrencia y a los medios de comunicación por la recuperación de mensajes propios de la primera época de Podemos, cuando era un partido antisistema. "Vienen a por nosotros", afirmó. Y culpó a una confabulación de fuerzas políticas, empresariales y mediáticas de querer borrar del mapa a su partido.

No es que Iglesias tenga el don de la adivinación. Es que ya había recibido la notificación de la Audiencia Nacional en la que el juez Manuel García Castellón le daba la posibilidad de personarse como "perjudicado" en la causa conocida como Tándem, concretamente en su pieza separada número 10, abierta a raíz del robo de un teléfono móvil a la que fuera su jefa de gabinete, Dina Dousselham, en el mes de noviembre de 2015.

Los fiscales sospechan que detrás de la sustracción se encuentra Villerejo y que el objetivo de la misma no era otro que utilizar su contenido contra el líder de Podemos, más concretamente para evitar un posible pacto con el PSOE, posibilidad que estuvo sobre la mesa en enero de 2016. En una multitudinaria rueda de prensa, celebrada el 22 de enero de ese año, Iglesias propuso a Pedro Sánchez ser su vicepresidente y tener bajo su mando el CNI si el secretario general de los socialistas aceptaba un gobierno de coalición con Podemos.

Un fragmento del contenido de la tarjeta del móvil de Dousselham fue hecho público en esas fechas y ese es uno de los elementos que dan pie a la Fiscalía para sostener que el robo tuvo una finalidad política. Eso y que, al mismo tiempo, en el entorno de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía, comandada por Eugenio Pino, se elaboró el apócrifo Informe Pisa (Pablo Iglesias, S.A.) sobre las presuntas conexiones de Podemos con los regímenes totalitarios de Irán y Venezuela.

La tarjeta SD del móvil sustraído llegó a la revista Interviú (entonces dirigida por Alberto Pozas, hoy número dos del gabinete de prensa de Moncloa). Pozas decidió no publicar el contenido de la tarjeta -que incluía, además de jugosos mensajes de whatsapp, fotografías comprometedoras- y, finalmente, el presidente del Grupo Z (al que pertenecía la revista Interviú), Antonio Asensio, le entregó la tarjeta al propio Iglesias, como ha publicado El Independiente.

Pero la realidad es que el pacto PSOE/Podemos no fraguó no por la filtración de informaciones comprometedoras para Iglesias, sino porque el Comité Federal del PSOE frenó en seco esa posibilidad. Luego, durante el mes de marzo de 2016, Podemos pudo forzar la salida del gobierno de Mariano Rajoy pero se negó a abstenerse en la votación de investidura de Sánchez (que había llegado a un acuerdo con Albert Rivera), lo que forzó la convocatoria de unas nuevas elecciones el 26 de junio.

Pero el victimismo vende. Botín (Ana Patricia), Ortega (Amancio) y Pérez (Florentino) se han puesto de acuerdo, según la tesis conspiratoria de Iglesias, para, utilizando a los grandes grupos de comunicación, evitar la llegada al poder de Podemos. Y todo ello con Villarejo como ariete.  En su entrevista en la Cadena Ser el pasado 29 de marzo, Iglesias alcanzó él clímax de la demagogia: "Mientras en este país hay policías que no pueden llevar un chaleco antibalas, se han gastado dinero para que una formación política no pueda gobernar este país".

Los fiscales sostienen que Villarejo está tras el robo de un teléfono de la jefa de gabinete de Iglesias y que la cúpula de Interior intentó frustrar un posible pacto entre Podemos y el PSOE

Iglesias no tiene ni un sólo indicio de esa conspiración de los todopoderosos y se olvida de que durante años ha sido el niño mimado de las grandes cadenas de televisión, sobre todo de La Sexta (que pertenece al poderoso grupo Atresmedia).

Resulta un tanto bochornoso comprobar cómo algunos medios le compran al jefe de Podemos esa mercancía averiada.

¡Como si Villerejo hubiera nacido con Podemos! Para sonrojo de Iglesias, el PP podría apuntarse a su misma tesis. Entre las grabaciones encontradas por la Policía en el domicilio del ex comisario en diciembre de 2017 se encuentra la impagable conversación en el restaurante Riantxo (que tuvo lugar el 23 de octubre de 2009, con el PSOE en el Gobierno), en la que Villarejo afirma: "En 2008, en agosto, comimos Balta, Juan Antonio González, el Oli y yo para preparar lo de la Gürtel".

Recordemos. En ese almuerzo estaban presentes el ex juez Baltasar Garzón (Balta), Gabriel Fuentes (ex comisario general de Información en la etapa de Juan Alberto Belloch, pero que fue repescado por Jorge Fernández Díaz como asesor de Interior); Miguel Ángel Frernández Chico (en esa época Director Adjunto Operativo de la Policía), Enrique García Castaño, El Gordo (que estaba al frente de la UCAO) y la entonces fiscal -ahora ministra de Justicia- Dolores Delgado.

Ninguno de ellos ha negado que la conversación se produjera en esos términos. Como mucho han matizado que algunas frases se sacaron de contexto.

Juan Antonio González (que fue comisario jefe de la Policía Judicial con Alfredo Pérez Rubalcaba) se hizo famoso en 1995 por ser el policía que se prestó a fabricar la mentira de la detención de Luis Roldán en Bangkok, cuando, en realidad, se trató de una entrega pactada con el espía Francisco Paesa a cambio de dinero, cosa que negoció el propio González. Las iniciales JAG se hicieron famosas al aparecer en los papeles de la Operación Malaya, como pertenecientes a la persona que presumiblemente pasaba información de los movimientos de la Policía a Juan Antonio Roca (asesor del ayuntamiento de Marbella en los años locos de Jesús Gil).

El pacto PSOE/Podemos no se frustró por ninguna conspiración, sino porque el Comité Federal del PSOE lo vetó

Fuentes (Gabi) ocupó diversos cargos en Interior y, tras su salida, estuvo implicado en el conocido como Caso Interligare, una supuesta trama de concesiones públicas.

¡Qué decir de García Castaño! Desde 1994 ha dirigido la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO), experta en seguimientos, pinchazos telefónicos, etc. Fuentes de Interior sitúan a los hombres de El Gordo como los responsable de la grabación de una conversación mantenida en la sede del ministerio entre el entonces ministro Fernández Díaz y el responsable de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, que después fue filtrada a un medio digital y que no tiene desperdicio.

Las cloacas del Estado han existido siempre. Esas cloacas hicieron posible la guerra sucia contra ETA, se han puesto al servicio de distintos gobiernos para conseguir objetivos políticos, desde el Caso Faisán (el chivatazo a ETA que en su día investigó como juez el hoy ministro Fernando Grande-Marlaska), o han intervenido en la investigación de la fortuna de la familia Pujol.

El PP podría apuntarse también al victimismo de Iglesias: Villarejo se jactó ante la cúpula policial y el juez Garzón de haber urdido la operación sobre la trama Gürtel

Si por algo se ha caracterizado la etapa de Pino al frente de la cúpula policial es porque durante su gestión saltó por los aires la omertá que mantenía guardados los secretos inconfesables de esas cloacas. La guerra abierta entre Villarejo, el director del CNI, Félix Sanz Roldán y el responsable de Asuntos Internos de la Policía, Marcelino Martín Blas, ha acabado por sacar a la luz algunas de las sórdidas operaciones en las que estaban involucrados altos mandos policiales.

Iglesias ha sido sólo una víctima más de esas prácticas corruptas. Pero el hundimiento de Podemos nada tiene que ver con operaciones subterráneas tramadas por los capitostes del sistema, sino más bien con sus errores como líder de una organización que ha defraudado a una gran parte de sus militantes y votantes.

Dentro de cuatro semanas veremos si el victimismo le ha dado resultado al líder de Podemos.