Lo que el juez de la Audiencia Nacional temía que pudiera pasar, ha pasado, efectivamente. Manuel García Castellón tenía la preocupación de que, si llamaba a Pablo Iglesias y le ofrecía personarse en una de las piezas separadas abiertas al comisario Villarejo, el líder de Podemos aprovechara la oportunidad para montar toda una operación de propaganda en su propio beneficio electoral. Como así esta sucediendo. Tanto, tanto, que hasta al propio Gobierno le está empezando a incomodar el espectáculo ofrecido por Iglesias porque se está metiendo en un jardín en el que se está salpicando a a todos con motivo o sin él, que eso todavía no está claro.

García Castellón dejó la AN hace más de 15 años para ser juez de enlace en Francia y después en Italia y el panorama político al que se enfrenta hoy no es el de aquel tiempo lejano, con ser también aquéllos momentos difíciles, cuándo no. El caso es que el juez, ingenuo de él, no pudo imaginar hasta qué punto el señor Iglesias iba a intentar sacar beneficio político de su comparecencia en el juzgado en calidad de perjudicado. Y está sacando mucho porque, de entrada, le está permitiendo frenar la caída libre en la que estaba inmerso su partido hasta el momento mágico en que él traspasó la puerta de salida de la Audiencia Nacional.

A partir de ese momento el político morado se ha montado una historia en la que ha involucrado al gobierno del PP pero también al del PSOE a propósito de una llamada "policía patriótica" tolerada y mantenida por el actual Gobierno y montada, según Iglesias, por Jorge Fernández Díaz, antiguo ministro del Interior, para espiarlo a él y a su partido y, atención, para impedir que pudiera formar gobierno con el Partido Socialista de Pedro Sánchez.

Todos los partidos políticos son  investigados cuando existe algún indicio de comportamiento irregular

Bueno, vamos por partes. Para empezar, todos los partidos políticos y todos los líderes son  investigados cuando existe algún indicio de que su comportamiento tiene algo de irregular. Ésa es la obligación de las fuerzas de seguridad y de información del Estado. Y, como explica hoy aquí Casimiro García-Abadillo, el señor Iglesias, sus sociedades, su programa de televisión y luego su partido fueron investigados por el Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales, SEPBLAC, es decir, se le escudriñó desde el ministerio de Economía y desde el Banco de España. Y ahí no hay "policía patriótica" que valga.

Y le investigaron porque tenían la impresión fundada de que su programa de televisión se financiaba con fondos oscuros que podían proceder del blanqueo de capitales. No va a ser el señor Iglesias por su cara bonita el único que quede libre de esas pesquisas por parte de quienes tienen encomendada la tarea de limpiar las cañerías de financiación de la vida pública española.

Pero es que había además numerosos elementos que hacían sospechoso el comportamiento de los miembros de Podemos: aquel viaje a Venezuela con gastos pagados y en el avión oficial del dictador venezolano Hugo Chávez, o aquel ingreso asombroso y nunca explicado suficientemente de Juan Carlos Monedero por hacer un informe sobre una posible moneda común bolivariana para Latinoamérica, de cuyo informe no hemos visto jamás ni una sola línea.

No tiene nada de sorprendente, por lo tanto, que no sólo el SEPBLAC sino también el CNI se interesaran por las andanzas de los dirigentes de Podemos antes y después de haber constituido ese partido. De nuevo, de "policía patriótica" nada de nada. Luego, todas esas informaciones recalaron en el ministerio del Interior, como es natural, y desde allí se continuaron las investigaciones.

Pero que alguien me explique a mi cómo es posible que, si la Policía viaja a Nueva York para continuar las pesquisas y está inmersa en una operación sucia, de las cloacas, invite a la Fiscalía a participar. Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca. Porque cuando alguien va a cometer una acción a todas luces irregular no pretende que le acompañe un representante de la Justicia. Eso no hay quien lo discuta. Otra cosa es que el fiscal no haya considerado de interés suficiente acompañar a esa delegación policial a EEUU pero no parece que aquello formara parte de una operación oscura.

Y encima resulta que el encuentro en Nueva York del antiguo ministro de Finanzas de Chávez, Rafael Isea, con miembros de la Policía española, en la que explicó que la Fundación CEPS, embrión de Podemos, había recibido más de 7 millones de euros del gobierno Chavez, fue una reunión a instancias del propio Isea que, por cierto, se ha ratificado otra vez sobre ese punto en una reciente entrevista en una cadena de televisión de España.

Es muy fácil para Iglesias organizar una tangana en la que él se coloca como víctima

Es muy fácil para Iglesias organizar una tangana en la que él se coloca en el centro como víctima de las cloacas del ministerio del Interior y desde ahí pontificar sobre la exigible regeneración de la Policía española. Y, ya puestos, porque no va a desaprovechar una oportunidad de oro como la que se le ha puesto por delante, pedir ocupar él mismo en su misma mismidad el ministerio del Interior. Ni más ni menos. Añadiendo a esa pretensión la afirmación de que, mientras ellos, los de Podemos, no lleguen a mandar poco se podrá hacer para limpiar este país de podredumbre.

Vuelve a equivocarse el señor Iglesias porque se le ha visto el plumero y es que sus ansias de ocupar el poder traicionan hasta sus estrategias más elaboradas. Ha vuelto a hacer aquello tan ridículo que cometió en enero de 2015, inmediatamente después de ser recibido en audiencia por el Rey Felipe VI en su ronda de consultas para designar candidato a la sesión de investidura, cuando se presentó en rueda de prensa con unos cuantos de los suyos a reclamar no sé cuántas carteras ministeriales -desde luego Exteriores y Defensa- pero también el CNI y RTVE.

Después de aquello, que produjo infinita vergüenza ajena a todos los españoles, se ve que no ha aprendido y ahora, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid -aunque en este caso ya veremos si pasa o si no pasa- se ha vuelto a "estirar" y reclama ser ministro del Interior en un futuro gobierno del que ya se ve formando parte.

Pero, independientemente de la desmesura de su comportamiento y de los aspavientos que nos está ofreciendo -ha llegado a comparar lo suyo con el GAL, que hay que tener valor-  su versión de los hechos deja mucho que desear. Por ejemplo, no se entiende que, habiéndole dado en 2016 el editor Antonio Asensio la tarjeta del teléfono móvil robado a su colaboradora, él no dijera una sola palabra al respecto. Porque lo que es evidente es que no tiene una explicación razonable que esa tarjeta hubiera llegado a manos del dueño, entre otros medios, de Interviú y de El Periódico de Cataluña.

Y tampoco tenía una explicación verosímil y "santa" el hecho de que en julio de ese mismo año 2016 OK Diario publicara un comentario humillante y  machista de la peor estofa a cargo del propio Iglesias en conversación con su colega Juan Carlos Monedero a propósito de la periodista Mariló Montero. Porque resulta que ese texto en Telegram estaba dentro de la tarjeta del móvil robado. Y él no dijo ni una palabra. Sólo ha hablado cuando ha salido por la puerta de la Audiencia Nacional camino de las televisiones.

Iglesias defiende ahora una tesis que no se sostiene porque es falsa y se puede demostrar con facilidad

Iglesias defiende ahora en su tournée por las cadenas una tesis que no se sostiene porque es falsa, lo que se puede demostrar con facilidad: que ésta ha sido una persecución a su partido por parte de las cloacas del Estado para impedir que Podemos pudiera formar gobierno con el PSOE. Cree Iglesias que la gente es tonta o que tiene fallos muy graves de memoria, pero no. Todos nos acordamos de aquel Comité Federal del PSOE en el que se prohibió a Sánchez pactar no sólo con los independentistas sino también con Iglesias porque, entonces como ahora, se había puesto del lado de los que reclamaban ejercer el derecho de autodeterminación.

Así que Iglesias se ha inventado esa versión de que el gobierno de Rajoy y su "policía patriótica" ejecutaron esos planes para impedir que él entrara en el gobierno de Sánchez. Sánchez no hubiera podido pactar con él porque los suyos no le dejaron. Y él mismo tampoco se dejó porque su partido, Podemos, votó en contra de la investidura de Sánchez. ¿Qué clase de milonga nos quiere colocar ahora?

Las investigaciones seguirán su curso y finamente tendremos la versión  de lo que verdaderamente sucedió y podremos juzgar con conocimiento de causa. Pero la que nos vende Pablo Iglesias no ofrece la menor garantía, todo lo contrario. Es una mera estrategia electoral y como tal debemos recibirla.