David Jiménez vino con un barquero vietnamita de portada o de equipaje a redimir, a salvar al periodismo. Le pasa mucho a ese periodismo de pies húmedos, de muñecos de niña ahogados en arrozales, de revuelta de camelleros; el periodismo de cantimplora, que es periodismo sobre todo por ir con cantimplora, no por lo que escriba. Ese periodismo señorito de guerras de bambú o de vagones de especias que se cree que ha comprendido el oficio y la vida como tras un retiro budista de Richard Gere. Nueva York, una guerra sobre un burro, un cuenco tibetano, muchos años de mirar el mapa al revés, muy geoconcienciado, y ya ha entendido uno todo. Así que ya se puede dirigir un periódico como El Mundo. Un pijo sandalio con la flauta de Kung fu y quizá un libro sobre Burundi como un cementerio de coches o algo así en la mochila, mordida de balazos y paludismos. La profesión y su Bautista, por fin. El cura moderno del periodismo, con la guitarra de fango y los niños calvos fotografiados siempre en la retina. Ahora sí que se iba a hacer un periódico. Y en chanclas.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Los socios de Contreras demandan a Oughourlian por blindarse
- 2 El tiempo para no cerrar Almaraz, se agota
- 3 Digi estudia ofrecer más deporte en su TV: ¿fútbol 'lowcost'?
- 4 Luis García Montero y las viudas vituperadas
- 5 La Fiscalía pide seis años y medio de cárcel para el teniente coronel Oliva
- 6 Otra actriz de La Promesa se marcha y defiende a sus guionistas
- 7 Las 'chapuzas' sobre el mapa de la guerra comercial de Trump
- 8 Una actriz de Sueños de libertad anuncia su embarazo
- 9 Zapatero: "No me siento nada orgulloso de nuestra especie"