No cabe duda de que la cuestión catalana es, para los partidos del bloque de centro-derecha, el eje en torno al cual articulan esta campaña, aunque con algunas matizaciones. En el caso de la extrema derecha de Vox se explica en la ausencia de otra propuesta que no sea la reivindicación de un modelo de España que parecía periclitado, al tiempo que justifica su existencia, precisamente, en el desafío independentista. Sin éste, el partido de Abascal no hubiera eclosionado con la fuerza que le auguran los sondeos, lo que contribuye a la retroalimentación de ese país en blanco y negro que quiere vender el secesionismo. Todo en orden.
Para PP y Ciudadanos la campaña no es monotemática dada la importancia que ambas fuerzas políticas dan también al capítulo económico y fiscal, donde Vox naufraga. Pero si Cataluña tiene suma importancia en esta confrontación electoral, según explica el coordinador de la campaña “naranja”, José Manuel Villegas, es porque lo que se dirime es nada menos que “una idea de España”, lo que trasciende las fronteras de la comunidad catalana.
Sin el desafío independentista, Abascal no hubiera eclosionado con la fuerza que le auguran los sondeos
Los populares niegan el monocultivo. La economía y Cataluña “son temas complementarios”, y su vicesecretario de Organización y estratega, Javier Maroto, pone también el acento en temas como la educación, la sanidad o las infraestructuras. Pero lo cierto es que la aplicación del artículo 155 en Cataluña, “por el tiempo que resulte inexcusable”, es la primera de las 500 medidas de su programa electoral. Por algo será.
Que el PSOE intente restar importancia al órdago de Quim Torra y los suyos, argumentando el cansancio de una sociedad que lleva ya siete años de conflicto, no deja de ser una estratagema para soslayar un asunto que le crea incomodidad manifiesta, aun compartiendo el agotamiento generalizado de los ciudadanos, que no desinterés. La interpelación respecto a futuros e hipotéticos indultos en caso de que los hoy juzgados en el Supremo sean condenados, genera en las filas socialistas el fastidio del que se sabe que quizá tenga que echar mano del independentismo en el Congreso. Pero no sólo, porque los socialistas siempre han ganado las elecciones generales a lomos de su triunfo en Cataluña. Cabe recordar que la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero sólo fue posible gracias a los 25 escaños catalanes.
Que el PSOE intente restar importancia al órdago de Torra no deja de ser una estratagema para soslayar un asunto que le crea una incomodidad manifiesta
El hecho de que ni PP ni Ciudadanos tengan esa hipoteca les libera para convertir el desafío secesionista en una de las fuerzas tractoras de campaña. La elección de Cayetana Álvarez de Toledo y de Inés Arrimadas para encabezar las candidaturas por Barcelona de sus respectivos partidos es una declaración de intenciones, eso sí, con resultado electoral más que limitado a decir del último y cuestionado sondeo del CIS.
En todo caso, si algo ha demostrado el PP ha sido la capacidad de sumar hasta mayorías absolutas sin el respaldo del voto catalán, territorio donde ha corrido no pocas veces el riesgo de convertirse en fuerza extraparlamentaria. Que José María Aznar, una de las bestias negras del independentismo a pesar de sus antiguas alianzas con una Convergencia de la que ya no queda sombra, haya elegido Cataluña para arrancar sus mítines es indiciario de la influencia que ejerce el mensaje en torno a la unidad de España.
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