Las personas son cada vez más conscientes de la huella que van dejando tras de sí. Quieren producir cambios y contribuir en los asuntos que les importan por medio de reajustes en sus decisiones de consumo y de estilo de vida. Por ejemplo, algunos deciden no hacer largos trayectos en avión en sus vacaciones de verano, y reducir así sus emisiones de carbono, o comen menos carne para proteger el bienestar animal y el clima. Algunos incluso pueden dejar de escuchar música si las acciones de los artistas no se alinean con sus propios principios.
La mayoría de la gente, no obstante, tiende a pasar por alto un área en la que podrían ejercer el máximo impacto: la gestión de su patrimonio y ahorros. Las inversiones son una potente voz que permite influir y ejercer un impacto real en el mundo en el que vivimos. Los bancos y los fondos de inversión generan beneficios significativos cada año tomando decisiones de inversión en nombre de sus clientes.
A finales de 2017, la inversión sostenible representaba solo 4,5% del total de 263 billones de dólares invertidos en los mercados mundiales
No obstante y para dotar de un contexto a este sector: a finales de 2017, la inversión sostenible representaba alrededor de 12 billones de dólares en activos de EEUU, una fracción minúscula que da cuenta de aproximadamente un 4,5% del total de 263 billones de dólares invertidos en los mercados públicos mundiales.
Es probable que solamente un puñado de personas tenga inversiones que reflejen en la práctica sus creencias y valores. Esto es alarmante, y ya es hora de cambiarlo. Un informe de investigación ha demostrado que el impacto sobre el clima es 27 veces mayor si una persona invierte sus ahorros en inversiones con criterios responsables, en comparación con comer carne solo una vez por la semana o evitar un vuelo de larga distancia una vez al año.
Un informe reciente de Deloitte mostraba que solamente unas pocas personas son conscientes del enorme poder que tienen para "votar con sus ahorros". Deloitte apunta a varias posibles causas, que incluyen una complejidad excesiva y una falta de transparencia al invertir.
El sector financiero tiene la responsabilidad de capacitar a los inversores para que aprovechen la oportunidad de influir en el mundo y cambiarlo usando sus inversiones, ofreciendo a los clientes mejores herramientas de inversión, precios competitivos e información y servicios más relevantes.
Cuando invertimos en empresas a través de acciones y bonos, aportamos a estas empresas concretas capital para llevar a cabo sus operaciones y proyectos. Como inversor, uno está contribuyendo por tanto a la manera en que promocionan su visión y estrategia generales de cara al futuro. Por ejemplo, una participación en una empresa que funciona con energía renovable es algo más que simplemente una oportunidad de lograr un retorno sobre la inversión: es una oportunidad para influir en sus objetivos empresariales y (en el caso de la energía renovable) ayudar a combatir el cambio climático.
El sector financiero tiene que capacitar a los inversores para que aprovechen la oportunidad de influir en el mundo y cambiarlo
La misma dinámica se aplica si se entra en un fondo de inversión o en un ETF que invierte en cierto número de empresas con criterios de sostenibilidad. Estos pueden ser fondos temáticos que se centran en empresas que promueven el liderazgo femenino, la educación, el agua limpia y potable o un menor consumo de plásticos.
Por supuesto, es importante no invertir solamente de acuerdo con las propias creencias personales, sino también en línea con el apetito por el riesgo, las metas de inversión y los horizontes temporales que cada uno tiene. Los estudios han mostrado que las inversiones sostenibles y responsables pueden generar retornos sólidos con el tiempo, o al menos evitar castigos del mercado por malas prácticas. Sin duda, los fondos ESG, por ejemplo, no son solamente filantrópicos o se mueven solamente en función del impacto que puedan provocar en la sociedad, sino que también pueden ser auténticos generadores de beneficios.
En Saxo Bank vemos la inversión sostenible como un paso natural en la democratización de la inversión. Gracias a la tecnología, podemos facilitar a los inversores alinear sus ahorros con sus principios y valores éticos. Creemos firmemente que es responsabilidad de la industria hacer que sea posible para que una audiencia mucho más amplia pueda marcar una diferencia real en la sociedad a través de sus inversiones.
Kim Fournais es fundador y CEO de Saxo Bank
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