No sé si Núria de Gispert, buena catadora y surtidora de las esencias, las magruras y los tocinos de la catalanidad; ella, granjera de perol, ganso y cuchillo ideológicos, sabe acaso que el cerdo no era la inmundicia, sino la tentación. Y, como dice Marvin Harris en su famoso libro Vacas, cerdos, guerras y brujas, “cuanto mayor es la tentación, mayor es la necesidad de una prohibición divina”. El cerdo, animal hecho como de lujos orientales de la carne, era exactamente eso, un artículo de lujo, también en el Oriente Medio anterior a Cristo. Pero una larga época de superpoblación y deforestación convirtieron a la tierna y mantecosa fuente de proteínas en un peligro para el ecosistema, en un competidor de recursos, sombra y agua, cosa que los dioses pronto hicieron apuntar a sus escribas. Así que fue maldito. La maldición aún dura, incluso entre nosotros, comedores de cerdo, adoradores de la loncha de jamón, a veces indistinguible de la corbata o el fular.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El Independiente | El diario digital global en español
- 2 El 'Team Facha' de Vox, la milicia digital ligada a Jordi De la Fuente
- 3 Deshidratada tras pasar doce horas encerrada en un ascensor
- 4 'La Promesa' está más viva que nunca: entrevista a sus marqueses
- 5 Entrevista a Isabel Serrano, Leocadia en 'La Promesa'
- 6 La UCO investiga cientos de miles de euros del PSOE en Móstoles
- 7 Qué es el pez de plata y qué hay que hacer si aparece en casa
- 8 Marruecos impide acceder al Sáhara Occidental a una delegación de juristas españoles
- 9 El juez ya no circunscribe el 'caso Koldo' a las mascarillas y entra de lleno en la investigación sobre Jésica R.