El presidente del Gobierno comenzó este martes su ronda de consultas para recabar apoyos a su investidura. Tanto Albert Rivera como Pablo Casado le han transmitido que no le apoyarán ni por activa ni por pasiva (absteniéndose), así que a Pedro Sánchez, en principio, no le queda otra que intentar repetir la mayoría de la moción de censura con pequeñas alteraciones.

El socio principal del PSOE para la puesta en marcha de esta legislatura es Unidas Podemos (UP, 42 escaños), pero el precio que pide Pablo Iglesias para dar su aval, entrar en el gobierno y que su partido acapare las llamadas "carteras sociales", Sánchez no está dispuesto a pagárselo.

El presidente ya ha logrado un primer objetivo respecto a UP, eliminar la fórmula "gobierno de coalición", como pedía hasta ahora Iglesias, por otra más cómoda, menos comprometida y que le da a Moncloa mayor margen de maniobra: "gobierno de cooperación".

Aunque el líder de UP trató de restar importancia a las palabras y a las etiquetas ("lo importante son los compromisos", dijo ante los periodistas), a nadie se le escapa que esta fórmula, que no se le ha ocurrido a él, sino a Sánchez, tiene por objeto bajarle los humos y las expectativas de cara a entrar en el futuro gobierno. Posteriormente, la portavoz socialista Adriana Lastra, añadió que lo que se pretende es "un gobierno incluyente e integrador". ¿Eso significa que está también abierto a incorporar ministros de otros partidos?

El presidente le ha bajado los humos al líder de UP. Tiene la sartén por el mango e Iglesias aceptará cualquier fórmula con tal de que no sea demasiado humillante

La cara de Iglesias tras la reunión lo decía todo. La arrogancia de la que ha hecho gala en tantas ocasiones se transmutó ayer en melancolía y tono lastimero, como si le hubieran dado calabazas recurriendo a la vieja fórmula: "Siempre podemos ser amigos....".

El presidente no tiene prisas y sabe que cuenta con dos opciones extremas en caso de que no consiga su propósito, que sigue siendo gobernar en solitario con apoyos puntuales en el Congreso y la incorporación de independientes de diverso pelaje a su gobierno. Esas alternativas son:

1º Convocar el pleno de investidura sin haber cerrado los apoyos necesarios para obtener la mayoría absoluta y poner de esta forma entre la espada y la pared al resto de los partidos. Sobre todo, a aquellos que no quieren ni oír hablar de una nueva convocatoria electoral.

2º Convocar elecciones anticipadas ante la evidencia de que no ha logrado conformar un bloque sólido para gobernar.

Sánchez tenía razón la semana pasada cuando afirmó tras su encuentro con el Rey que, en esta situación, sólo hay una salida: "O gobierna el PSOE, o gobierna el PSOE".

Por ello, Iglesias se empeña en cerrar un pacto antes de la investidura. Porque es la única posibilidad que tiene de lograr una cuota de poder por pequeña que sea. Tras el descalabro electoral del 28 de mayo, al líder de UP es lo único que le queda para que el partido no termine colapsando definitivamente.

El tiempo corre a favor del presidente y, al final, Iglesias tragará con lo que sea con tal de que no resulte demasiado humillante.

Sánchez tratará de gobernar sin el apoyo de los independentistas, pero eso es difícil, dada la matemática parlamentaria tras las elecciones del 28-A. Y es a eso a lo que juegan tanto PP como Ciudadanos: que Sánchez no tenga más remedio que echar mano de ERC y JxC.

El tiempo corre a favor del presidente; la dureza de sus interlocutores se irá poco a poco ablandando. Pero, por el momento, estamos en la fase de marear la perdiz.