No se fijen en Ábalos, que es como el tratante de ganado o el pocero de Pedro Sánchez, cuando habla de repetir las elecciones como de echar abajo todo el cuarto de baño. Ni en Adriana Lastra, que mezcla ambigüedades e imperativos con solemnidad y altura de delegada de clase. Por supuesto, no hay que fijarse en lo que pudiera decir Sánchez, que desde hace mucho tiempo sólo emite por su boca sonidos de caracola, como si hablara dentro de su sueño de bañista. No. Hay que fijarse en los demás, en Pablo Iglesias, en Gabriel Rufián, en Laura Borràs. En su desesperación y en sus expectativas, en su lenguaje de mendigo amoscado o de eufemismos vaticanos.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Simón Pérez y Silvia Charro: muerte en directo
- 2 La sociedad necesita a Pablo Iglesias (o a sus negocios)
- 3 El hacker 'Alcasec' declara por la filtración y venta de datos de más de 130.000 agentes españoles
- 4 Búnkers de la costa canaria: la memoria olvidada de la Segunda Guerra Mundial
- 5 Oughourlian 'contraprograma' a Murtra
- 6 Un actor de La Promesa se ausenta del rodaje y hace dudar
- 7 El "disparate" del puesto del hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz según uno de sus subordinados
- 8 El juez Peinado salpica al Ibex-35 por el 'caso Begoña Gómez'
- 9 La Audiencia de Barcelona desestima la paralización del libro de Luisgé Martín sobre José Bretón