Cómo iba a aparecer Puigdemont por Estrasburgo, allí por esa manifestación indepe que parecía la excursión a Andorra de una asociación de petanca. Puigdemont se esconde tras las escobas con las que amenaza, es ya como la bruja de descansillo de Europa. Se asoma por su ventanuco con el ojo envidioso y podrido de los amargados, vocifera lecciones y agravios, y luego vuelve a sus hervores íntimos, enfermizos y lácticos.
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