Los Locomía eran como hamaqueros geishas, como los hermanos de Manolo Escobar, de Madonna, como un Boney M. ibicenco, como los camareros bailones del yate de Elton John, como unos Pokémon de Miguel Bosé antes de los Pokémon. O eran mucho más. Eran la nueva tauromaquia de pelo, abanico y danza de una España que entraba en Europa y no podía llevar otra vez a Massiel con un vestidito de papel ni al torero de siempre como un borriquillo de Mijas. No, España tenía que dar algo entre playero y almodovariano, entre folclórico y cubista. España no podía dejar de ser España, pero el rizo de morena, los amantes bandidos y el abanicazo de suvenir picassiano en los ojos tenían que hacerse de otra manera. O sea, que lo de Locomía era lo más rancio que podíamos hacer entonces huyendo de ser rancios. Los Locomía eran mucho más folclóricos que Martirio, por ejemplo, que es una blues woman en realidad. Los Locomía seguían siendo Paquito el chocolatero aunque se vistieran de samuráis peluqueros.
Ciudadanos ha recuperado ahora a Locomía para hacerlo parodia o himno de Vox. Sabrán ya que al pistolero encargado de la cuenta de Twitter de Vox se le calentaron el pico y las cachas del Colt y llamó “acojonado”, “sinvergüenza” y “lameculos” a Rivera. Ciudadanos respondió con un fragmento de una actuación de Locomía cantando su canción Loco Vox, como si respondiera con la guasa de Cachitos de hierro y cromo. Contra los insultos sin imaginación (los insultos imaginativos son un arte, pero no voy a ir ahora de Locomía a Schopenhauer), contra el matonismo de billar de Vox, que no puede evitar ser un partido de seguratas y porteros de discoteca con más adoradores del nunchaku y de Chuck Norris que de Franco, Ciudadanos sacaba a Locomía como si sacara a Micky y su Enséñame a cantar. O sea, con la dulce melancolía de lo kitsch, la que da esa gente que es o fue kitsch sin darse cuenta nunca, que es justo lo que le pasa a Vox.
Aparte de una catástrofe y un fracaso político (aunque aún hará mucho daño), Vox es inevitable e irresistiblemente kitsch
Vox es kitsch. Aparte de una catástrofe y un fracaso político (aunque aún hará mucho daño), Vox es inevitable e irresistiblemente kitsch. Es tan españolamente kitsch que sus parodias son indistinguibles de la realidad, como esas conversaciones de Los compadres, Rafi y Fali. Pronto serán sólo un cachondeo generacional, como José Luis Perales, como Juan Pardo. A mí me parece un acierto de casualidad, pero un gran acierto de todas formas este matrimonio de brilli-brilli entre Locomía y Vox que nos trae Ciudadanos en mitad de la bronca y el desconcierto del centro-derecha. Los Locomía elegían el nombre, los títulos de las canciones y el vestuario de una manera aleatoria, totalmente dadá, como haciendo volar varios diccionarios y varios cestos, así que esa canción suya Loco Vox no significa nada. Seguro que al community manager de Ciudadanos le pareció suficiente algo que pusiera “loco” y “Vox” seguido, simplemente, y no se percató de todo lo que llevamos dicho aquí. Pero ahora vemos el calado, la simbología, la exactitud, la carga de destino y fatalidad que tiene esta canción unida a Vox quizá desde siempre.
“Bésame a mí, seré tu esclavo / Haz sólo un gesto, ven aquí / Loco por ti, seré tu esclavo / Quiero tenerte junto a mí”. Eso dice la letra de Loco Vox, que parecen palabras que susurrara Abascal en sus noches sin pacto y sin amante, con tanta lujuria contenida como soledad, igual que la del soldado. Puede que el reinado de Sánchez dure lo que la presencia de Vox, puede que se vayan los dos de la mano y será como si Locomía bajara el telón junto con Los Pecos. Claro que haría falta que les sobreviviera una socialdemocracia de verdad, repuesta de este sanchismo que es sólo el molde siniestro de dentista de su sonrisa. Y una derecha civilizada. Y un social-liberalismo reformista que no se viera atrapado entre dilemas, infecciones y errores, como le está pasando a Rivera. Imaginen nuestra política sin el chunda-chunda de este megamix horroroso de Locomía, Los Pecos, la sintonía de Curro Jiménez y la de los Fruittis. Claro que eso a lo mejor ya no sería España. Al menos, como eran España esos Locomía haciendo churros con abanicos y secadores de pelo.
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