Desde su primer discurso de campaña electoral para alcanzar la presidencia de los Estados unidos el pintoresco Donald Trump, que no deja de ser como un Chiquito de la Calzada en versión escocesa, no ha parado de acuñar frases y expresiones personalísimas que ya forman parte del peor acervo político global.
Pero de entre la multitud de salidas de tono, despropósitos verbales, giros gramaticales imposibles y metáforas bravuconas del desatado líder, destaca en primer lugar, la utilización del término fake (falso) que el despeinado presidente tiene por costumbre adjudicar especialmente a las noticias que no le den la razón a él, a sus pensamientos, a su estrambótica lógica o a las políticas
que despliega su administración.
El concepto de fake new no es nuevo, lo que es nuevo es el fenómeno. Las fake news están de moda, pero no son una moda, sino que han existido desde siempre. Igual que la mentira, que existe desde que el mundo es mundo. Lo que ha cambiado es que antes las mentiras quedaban reducidas a un círculo privado o limitado de amigos o de vecinos y, en cambio, ahora con las redes sociales su difusión es masiva, mundial y a velocidad desenfrenada.
La mayoría de las noticias falsas tienen como objetivo ganar dinero con ellas
En puridad terminológica una fake new es una noticia falsa que se difunde con una voluntad clara de engañar y que tiene dos características fundamentales: tener un objetivo claro y adquirir una apariencia de noticia veraz para conseguir engañarnos.
Una fake new existe pues, en cuanto tiene un objetivo. Este objetivo puede ser ideológico, influyendo en la sociedad para que la opinión de la masa derive hacia una línea de pensamiento o ideología concreta, pero principalmente el objetivo es y suele ser directamente económico. La mayoría de las noticias falsas tienen como objetivo ganar dinero con ellas.
Si en las noticias, lo fake está al orden del día, en finanzas lo fake acecha por los cuatro puntos cardinales, pues precisamente el objetivo de los mercados financieros es obtener beneficios y por lo tanto generar riqueza y dinero.
Asesores financieros falsos, fake por tanto, y sus escabechinas con el dinero de clientes estafados son noticia recurrente en los diarios de las diferentes provincias españolas. Chiringuitos financieros no regulados ni supervisados por el regulador español (y por tanto fake) florecen como setas, a pesar de los denodados esfuerzos de la administración para erradicarlos y por el esfuerzo informativo de la CNMV en su permanente alerta y advertencia al público a través de redes sociales tanto de su existencia como del peligro que conllevan para los inversores.
Sin ir más lejos, esta semana pasada, saltaba a la luz el enésimo susto a través de la presunta estafa urdida por UproFX.com, que ofrecía inversión en criptomonedas a través de una plataforma digital y que ha esquilmado el ahorro de un buen número de despistados de la numerosa cofradía de los creyentes en los duros a cuatro pesetas.
Y lo peor es que esta compañía no está sola, aunque sí bien identificada por la CNMV que la incluyó en su lista de chiringuitos financieros. Una lista que recopila a más de 600 marcas y compañías que ofrecen asesoramiento e inversión en nuestro país sin disponer de los permisos necesarios para ello.
Hay que insistir en informarse antes de contratar un servicio financiero y consultar la guía de chiringuitos de la CNMV
De nuevo hay que insistir en informarse antes de contratar un servicio financiero y consultar la guía de chiringuitos publicada por el regulador así como el decálogo que ofrece en su web, para detectarlos y evitarlos. Las mentiras tienen las piernas cortas pero las manos muy largas. Ahí, lo fake genera enormes sumas de dinero para los estafadores y dolores de cabeza aún mayores para los afectados.
Pero lo falso no solo aplica a las entidades, en una industria en la que la información produce movimientos económicos gigantescos, la tentación de utilizar, filtrar y difundir información sesgada, cuando no directamente fake, para lograr objetivos económicos con respecto a un sector, activo, empresa, valor o incluso contra un estado, es enorme y se ha utilizado y se utiliza con frecuencia recurrente.
Vaya por delante la presunción de buena fe de los sesudos y extensos informes económicos de las casas de inversión más señeras del mundo así como de los organismos económicos internacionales más solventes, pero la sospecha en más de una ocasión se ha verificado y demostrado en sentido contrario.
Ni que decir tiene que la información fake fue precisamente el detonante de la mayor crisis financiera de la historia en la que la cadena de mentiras que se inició con la capacidad fake de repago de unas hipotecas por parte de clientes a los que nunca debieron serles concedidas, que continuó con unos bancos que se iban pasando paquetes de hipotecas que se sabían fake y que al descubrirse el engaño, finalizó en un Armaggedon financiero sin precedentes.
Algunos de los citados bancos, también eran fake, pues la veracidad de sus balances era escasa o nula y se sustentaba en una enrevesada ingeniería financiera cogida con alfileres. En éstos, informes fake eran emitidos por sus departamentos de análisis que los pasaban a vendedores sin preparación ni regulados (por lo tanto asesores fake) que a su vez colocaban productos fake que sabían caros, malos y potencialmente devastadores para los ahorros de sus clientes.
Como decía más arriba, si bien el concepto fake news no es nuevo pero sí lo es como fenómeno; en el ámbito de las finanzas ni lo uno ni lo otro. Información falsa ha existido siempre y su utilización a mansalva es el pan nuestro de cada día desde que existen los mercados financieros. Escándalos corporativos, falsificaciones en masa o esquemas piramidales basados en la mentira forman parte del lado desagradable de las finanzas pero también de su historia.
Información falsa ha existido siempre y su utilización a mansalva es el pan nuestro de cada día desde que existen los mercados
Desde el caso del collar de diamantes que los joyeros Boehmer y Bassenge trataron de vender al rey Luis XVI para Maria Antonieta pasando por la estafa piramidal de Ponzi y el caso Madoff hasta el fraude de Wells Fargo, pillado con millones de cuentas falsas creadas por empleados que trataban de alcanzar los objetivos haciéndose cuentas unos a otros, los ejemplos de intentar lucrarse mediante la falsedad y la mentira son incontables.
Ojo pues con las finanzas fake en todas sus variantes. Desgranar la verdad de la falsedad parece una tarea titánica y lo es, por lo que para no ser engañados ni equivocarse a lo grande, recaben el consejo de profesionales independientes, pidan segundas opiniones, repasen los registros del regulador y de sus permanentes advertencias y solo entonces, inviertan. Para invertir, hoy por hoy, hay que blindarse frente a las fake news. No queda otra.
Huyan también de los informes categóricos, de los gurús infalibles y de los poseedores de la verdad antes de tomar decisiones de inversión y siempre acepten el matiz y la duda razonable como ingredientes necesarios de los consejos de inversión. La prudencia no deja de ser más que una protección adicional frente a lo indeterminado.
La verdad absoluta, antagonista de lo fake, no es fácil de encontrar en el mundo de la economía pero no es un imposible. Tampoco en el del asesoramiento financiero. Y esto, se lo garantizo, no es una fake new.
Carlos de Fuenmayor es especialista en Finanzas
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