Pedro Sánchez ha lanzado una nueva oferta trampa trampa a Podemos para que le de su apoyo en un nuevo e improbable intento de investidura tras las vacaciones. Esta sería la "segunda oportunidad" que tanto el presidente como la vicepresidenta Carmen Calvo aseguraron que nunca habría. Pero, ¿quién se acuerda de eso ahora?
La propuesta es la "vía portuguesa". Es decir, un gobierno monocolor socialista apoyado por Unidas Podemos (UP) en base a un acuerdo programático. Es decir, que los 42 diputados de la coalición morada apoyen a Sánchez pero esta vez sin la compensación de la vicepresidencia y los tres ministerios. El entusiasmo en el chalet de Galapagar por esta añagaza es perfectamente descriptible. Aunque IU e los Anticapitalistas no le hacen ascos a la oferta. Seguro que sus dirigentes no tenían opciones en el reparto de cargos y a ellos les da igual que haya o no gobierno de coalición.
Si, al final, UP aceptase esa idea (apoyo gratis en virtud de un programa de cuyo cumplimiento Pablo Iglesias siempre ha dudado y por ello, dijo, reclamaba su presencia en el Ejecutivo), los inscritos que participaron en la consulta previa a la moción de censura deberían correr a gorrazos a su líder por haberles tomado el pelo de forma tan descarada ¿Qué diría a los casi 100.000 inscritos -¡el 70% de los que votaron hace tan sólo un mes!- que respaldaron el gobierno de coalición que proponía Iglesias? Sería una forma curiosa de interpretar la democracia: en este caso habría ganado la opción que defendió el 30% y que consistía en que dejar al PSOE que diseñara el gobierno.
Los propagandistas del PSOE, entusiasmados con la capacidad de su secretario general para sacarse conejos de la chistera, total para seguir mareando la perdiz hasta llegar a lo que de verdad Sánchez desea, nuevas elecciones, se han olvidado de algo elemental: ¿en qué consistía el gobierno que se formó tras la moción de censura? ¿Acaso no era un gobierno del PSOE en solitario apoyado desde fuera por UP? ¿Es que el acuerdo presupuestario entre el PSOE y UP no era el acuerdo programático que se propone ahora?
A lo que Rubalcaba llamó con acierto "gobierno Frankenstein" los portugueses lo bautizaron como gerigonça, que significa algo improvisado y que no funciona bien. Lo que ha gobernado España durante el último año ha sido nuestra particular gerigonça, que, como ha sido evidente, no ha funcionado. Con una particular y esencial diferencia a la que ahora me referiré. Esto, sin embargo, parece no importar a los que repiten como papagayos: Portugal es el modelo. Pero, ¿en qué consiste ese modelo?
Iglesias tendría difícil argumentar un apoyo a Sánchez sólo a cambio de un acuerdo programático cuando el 70% de sus bases optó por un gobierno de coalición
En 2015 el Partido Socialista de Antonio Costa (85 escaños) derribó en moción de censura al partido conservador de Passos Coelho (104) en virtud de un pacto con el Bloque de Esquerra (algo parecido a Podemos, que obtuvo 19 escaños), Coalición Democrática Unitaria (los ex comunistas del PCP, con 15 escaños) y los Verdes (2 escaños). La moción salió adelante con 122 votos sobre un total de 230. Es decir, con mayoría absoluta. Eso es precisamente lo que no garantiza el acuerdo que propone Sánchez. Esa es la diferencia esencial que hace imposible que la gerigonça funcione en España. Por mucho que se empeñe el presidente, el PSOE y UP sólo suman 165 escaños, ni uno más. Para sacar adelante los presupuestos, por ejemplo, necesitaría ¡otra vez! el apoyo de los independentistas.
Pero avancemos un poco en ese modelo estupendo al que nos quiere llevar el presidente. Costa ha hecho una gestión económica aseada, dirigida por un ministro de Finanzas, Mario Centeno, presidente del Eurogrupo y bastante más ortodoxo de lo que le gustaría a Pablo Iglesias.
Muchos de los que defienden el "milagro portugués" ni siquiera saben que España, por ejemplo, crece a mayor ritmo que Portugal (el PIB luso crecerá este año un 1,9% según el FMI). Es verdad que en 2018 Portugal alcanzó el 2,2% -una cifra histórica- pero la clave del milagro estuvo en un fuerte aumento del turismo (que representa más del 17% de su PIB); en una preocupante especulación inmobiliaria (los precios han subido como la espuma en las Lisboa y Oporto), y en un incremento de las exportaciones basado en los bajos salarios.
Los salarios en Portugal son mucho más bajos y su modelo de crecimiento se ha basado en el turismo, el ladrillo o la inversión extranjera subvencionada con exenciones fiscales
El salario mínimo interprofesional en Portugal es de 600 euros (300 menos que en España), mientras que el salario medio sólo alcanza los 925 euros (1.000 menos que en España).
Es verdad que el paro se ha reducido a la mitad en los últimos cinco años (ahora se sitúa por debajo del 6,7%), pero su deuda pública alcanza el 118% del PIB (cuando en España está por debajo del 100%).
Costa subió las pensiones, muy recortadas por los ajustes llevados a cabo por imposición de la troika tras la petición de rescate, y ha vuelto a subir los depauperados sueldos a los funcionarios. Pero también ha bajado los impuestos para atraer inversión extranjera.
No sabemos si Iglesias y Echenique saben lo que es la "visa oro", pero ese ha sido uno de los secretos del crecimiento portugués. Consiste en conceder la visa de residente a aquellos que inviertan más de 500.000 euros en Portugal. Los profesionales y jubilados que se acogen a esa fórmula tienen importantes desgravaciones fiscales. Por esa vía han entrado más de 3.400 millones de euros. Que les pregunten a los jubilados multimillonarios de bancos y grandes empresas españolas por qué se han ido a vivir a Portugal.
Si tanto el PSOE como UP critican el modelo de crecimiento basado en el turismo y el ladrillo que vayan a Portugal a ver cómo han logrado salir de la recesión.
Por otro lado, la gerigonça no ha sido precisamente una balsa de aceite políticamente hablando. Costa ha capitalizado para sí y para su partido la mejora de la situación económica, lo que le dio buenos réditos en las elecciones municipales del pasado año, a costa de sus socios.
Enfadados con el primer ministro socialista, que no ha dejado de ningunearles, el Bloque y los ex comunistas lanzaron el pasado mes de enero una ofensiva parlamentaria contra el gobierno socialista pidiendo la reposición de los ascensos en el colectivo de los profesores de enseñanza pública. Si la derecha no se hubiera echado atrás en la propuesta, Costa, que se opuso a la misma alegando que dispararía el déficit, ya no estaría en el gobierno.
Este otoño habrá elecciones generales en Portugal y el PSP se presenta como favorito. Pero sus socios ya han aprendido la lección y es muy dudoso que se presten a una nueva gerigonça.
¿Caerá Iglesias en la trampa de aceptar un gobierno "a la portuguesa"? Es dudoso. Después de haber rechazado una vicepresidencia y tres ministerios tendría difícil de explicar por qué apoyaría a Sánchez a cambio de nada.
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