RTVE se ha anticipado con un sorprendente acierto a los acontecimientos políticos que se han producido en los últimos tiempos. Cosa que puede explicarse en la especial perspicacia de Rosa María Mateo o en las conexiones palaciegas de ella y de su entorno, tan habituales a lo largo de la historia de la televisión pública. Las que llevan a concluir, una vez más, que algo huele a podrido en Dinamarca.
Esta historia podría comenzar a relatarse desde mucho más atrás, pero se puede iniciar hace dos semanas, cuando todavía no se habían dado por rotas las negociaciones de investidura y la televisión pública licitó dos contratos para preparar el plató donde se emitirán los programas especiales del próximo 10 de noviembre. Aún hay más: el pasado lunes, cuando el Rey todavía no había comunicado la decisión de no proponer a ningún candidato a la investidura -faltaban horas-, los partidos recibieron una carta firmada por la máxima responsable de RTVE en la que les invitaba a participar en un debate electoral. Y, el miércoles, les trasladó la propuesta formal, de la que se deduce que la intención del PSOE en las próximas semanas será la de jibarizar a Ciudadanos. Así, al menos, lo ha visto la formación naranja.
El plan de campaña de RTVE -inviable, dado que Sánchez sólo quiere un coloquio- pasa por organizar un debate entre las 5 principales fuerzas políticas y 3 cara a cara que enfrentarían a Pablo Casado y a Pablo Iglesias contra Pedro Sánchez, pero no a Albert Rivera. Cuando en Ciudadanos trascendió este hecho, telefonearon a la televisión pública para expresar su malestar. Según Melisa Rodríguez, diputada, la contestación que les dieron fue: si estáis de acuerdo, hablad con Moncloa. Lo que podría llevar a deducir que existen papeles en esa casa que no se mueven sin el plácet del Gobierno.
La megalomanía electoral de Sánchez requerirá de una importante labor propagandística en campaña, pero también de unos cuantos guiños de sus aliados mediáticos, que ya han comenzado a alertar sobre los peligros de la abstención
Este periódico contactó con las fuentes oficiales de la televisión pública para pedir una explicación sobre este hecho y, ciertamente, fueron más concretas. Su excusa fue que existen infinidad de múltiples de debate a 2, pero el tiempo es finito. Por tanto, eligieron los que más interés consideraban que tenían para los espectadores.
La clave política
Puede llegar a pensarse que este gesto anticipa la estrategia del PSOE, que sería la de golpear a Ciudadanos porque considera que es más fácil fragmentar el voto de la formación naranja que el de Unidas Podemos, tal y como vaticinan encuestas como la que publicó este periódico el pasado fin de semana. Habrá que ver también cómo interpretan el 10-N los votantes de izquierdas los gestos socialistas de las últimas semanas, que revelan que preferían convocar unos nuevos comicios para incrementar su fuerza en el Parlamento que conformar un Gobierno de coalición.
En este contexto, en el que Ferraz deberá efectuar un aggiornamento para convencer a sus fieles de que el PSOE es la mejor alternativa -y así evitar los castigos de la abstención y el trasvase de votos a Podemos-, Ciudadanos parece la presa más fácil de cazar. Por eso, resulta cuanto menos llamativa la decisión de RTVE de arrinconar a Rivera en su plan de debates cara a cara durante la campaña.
Tampoco hay que engañarse: para la formación naranja no resultan especialmente cómodas las nuevas elecciones tras convertirse en la tercera fuerza política más votada el pasado abril. Rivera y sus portavoces han decidido mantener de forma permanente el tono elevado y brusco de campaña, lo que en el pasado les ha generado buenos resultados, pero no está claro que vaya a ser especialmente provechoso de cara a los próximos comicios, en los que la abstención y el voto de castigo a la política, tal y como se ha concebido en los últimos tiempos, podrían ser muy influyentes. Por otra parte, los conflictos internos y las dudas de algunos de sus aliados mediáticos –de centro-derecha y derecha- sobre Rivera han elevado el tono de las críticas contra el partido.
El business, por encima de lo público
Sea como fuere, lo acaecido durante los últimos días demuestra que Pedro Sánchez no tendrá un especial rubor en apoyarse en RTVE durante los próximos 2 meses, en el caso de que sea necesario. La pregunta es si su administradora única les abrirá las puertas o si se resistirá.
Sea como fuere, lo acaecido durante los últimos días demuestra que Pedro Sánchez no tendrá un especial rubor en apoyarse en RTVE durante los próximos 2 meses, en el caso de que sea necesario
Rosa María Mateo, por su parte, prometió hacer de RTVE la televisión de todos cuando accedió a su cargo, pero no se puede decir que lo haya cumplido. Primero, por lo más evidente, y es porque su gestión ha mermado la audiencia. Pero también porque, a la hora de la verdad, ha demostrado -personalmente- un mimetismo con los intereses socialistas que no han compartido varios de sus directivos. El caso más sangrante fue en la pasada campaña electoral, cuando echó una mano a Sánchez en su intento de eludir el debate de Atresmedia –cosa que no consiguió-, pero también ha ocurrido en las últimas semanas, cuando ha reformado la cúpula de Televisión Española para restar capacidad de maniobra a los críticos en Torrespaña. Cosa, por cierto, que peca de naíf.
La megalomanía electoral de Sánchez requerirá de una importante labor propagandística en campaña, pero también de unos cuantos guiños de sus aliados mediáticos, que, por cierto, en las últimas horas ya han comenzado a alertar sobre los peligros de la abstención. En este contexto, existen pocas dudas de que el Gobierno tratará de influir sobre RTVE para lograr su objetivo. Ahora bien, el hastío de la ciudadanía y acontecimientos que están por venir -entre ellos, la sentencia del procés- bien podrían provocar que Sánchez comience a verse en el espejo con la figura de quienes lanzaron un órdago a través de las urnas y lo perdieron con estrépito. Como David Cameron o como Artur Mas en 2016.
La televisión pública debería actuar como narradora de los acontecimientos y reflejo fiel de la realidad. Pero ejemplos como el que ha denunciado Ciudadanos en las últimas horas no conducen precisamente al optimismo.
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