Ortega Smith no se da cuenta de que es un hippie. Él ahí, como una percha de batín, como un marquesito duelista, como el mayordomo jefe de las teteras, y no sabe que es un hippie. Un antisistema de sobaco verde y anidado de abejas; de pies de yeti, agalapagados, trufados de escarabajos; de flecos de trampero de sus mondas, de pelo de espiga y pañuelo enraizado como una tomatera. Debería haber estado vestido así, encarándose con Almeida. Porque todo tiene una etiqueta, y para decir ciertas cosas, vestir de hippie es tan importante como vestir de cura.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El Gobierno vio como una traición la entrada de STC en Telefónica
- 2 'El Ministerio del Tiempo' cumple diez años: todos sus secretos
- 3 Avance de 'Sueños de libertad' este lunes 24 de febrero
- 4 Impacto en 'La Promesa' con una inesperada declaración de amor
- 5 ¿Es España el 'almacén de gas' de Europa?
- 6 Órdago turco a Putin al apoyar a Zelenski
- 7 Los 5 de Alhucemas, el “crimen de estado” que Marruecos silencia
- 8 'Patriotas' españoles, reconvertidos en traidores
- 9 Abascal, tonto útil en USA