Las democracias están patas arriba, pero se mueven. A trancas y barrancas, con marchas y contramarchas, pero se mueven en la dirección adecuada. Los escándalos surgidos en torno a Odebrecht, la FIFA o Siemens son una muestra. No hay que temer a esos escándalos. El mundo está mudando de piel.
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