La relación entre el poder y los medios de comunicación ha sido siempre un tanto particular. Se puede resumir en unas pocas palabras: que pase lo que tenga que pasar, pero que sea a oscuras, a escondidas o que no cante demasiado. Es la propia del lenguaje de las flores, la de la moral victoriana, que procura que en la esfera pública se obvie lo que ocurre en los cenáculos y en los dormitorios. En esta España nuestra, existen buenos ejemplos de este particular concubinato, desde en cabeceras nacionales que están participadas por las reinas de la banca hasta en esas empresas públicas puestas al servicio de los intereses particulares que son la mayoría de las televisiones autonómicas.
Para seguir leyendo Regístrate GRATIS
Identifícate o Regístrate con:
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 La 'guerra de los carteles' del Alzhéimer incendia ERC y aleja la investidura de Illa
- 2 Tres encuentros "casuales" en Madrid con espías extranjeros asedian al agente del CNI en prisión
- 3 Protección para Begoña
- 4 Una tonelada de porno para olvidar a Begoña
- 5 Pedro Buerbaum, rey de los 'pollofres' y gurú de los negocios
- 6 Begoña Gómez, aristócrata en el juzgado
- 7 La trampa de la reunificación de la deuda: se ahorra 1.600 euros al mes, pero se pagan más intereses
- 8 El juez Peinado rectifica y concreta por qué investiga a Begoña Gómez
- 9 El Supremo se inclina por preguntar al TC si borra los antecedentes penales de los 'Jordis', Forcadell, Rull y Forn