El Joker se ríe. Se ríe fuerte. Tiene a los militares nerviosos, a gente con miedo. Estados Unidos temiendo su llegada. Comunicados del ministerio de Defensa, "estén alerta". Familias protestando. Temen una ola de violencia.

Ese Joker que tanto preocupa no es más que Joaquin Phoenix con pintura. Un actor representando al malo de Batman. Un tipo que se mueve en un trasto volador y que mata a los buenos. Una maldita película de Warner basada en un cómic.

Parece irracional. Pero a un loco se le ocurrió matar a seis personas a tiros en un estreno de Batman mientras, decían algunos rumores que luego resultaron ser falsos, gritaba que él era Joker. Pensaron, como el otro día explicaba el periodista Pedro Vallín, en la consecuencia como la causa. El Joker como generador de psicópatas, cuando son los psicópatas la influencia del Joker.

Pero el miedo llegó a los titulares. Primero, las quejas: "glorifica la violencia". Luego, las fake news: "el ministro de Defensa pide a los militares que estén atentos ante posibles tiroteos ante la proyección del Joker". De ahí, a pedir su retirada de algunos cines. A que uno haya aceptado no proyectarla.

Todd Phillips, el director, entre sorprendido y acojonado, ha salido a aclarar que "el Joker es un personaje de ficción". Hasta Phoenix ha tenido que echarle un cable: "Esto no es real, es solo una película". Han tenido que repetirlo varias veces y hasta dejarlo por escrito.

Temen una veneración al Jocker, en lugar de buscar la solución en desarmar a los pirados

El mismo país donde hacerse con un rifle automático es tan sencillo como comprar un taladro ha acabado temiendo con verdadero pánico la influencia que el protagonista de una película puede tener sobre su población. Temen por aquellos que vean en el Jocker un héroe, un personaje al que imitar, pero no mueven un dedo en desarmar a los pirados. Cualquier planteamiento les parece mejor que dejar de sujetar un arma.  

Como bien explicó Phoenix, "la obligación de un director de cine no es enseñar a la audiencia moralidad". Y esto hay que dejarlo claro o acabaremos dándole el Oscar a Un paseo para recordar o censurando El silencio de los corderos por si empezamos a comernos entre nosotros.