Nos pasa a los que observamos el Brexit desde que Boris Johnson derribó a Theresa May como al personaje de Bill Murray cuando se despierta en Japón con jet-lag. La cosa ya era difícil de entender, pero con la dislocación espacio-temporal que causa el primer ministro a uno se le va poniendo esa carita que a Murray le queda tan bien en la carátula de la película: uno no sabe qué está pasando, ni dónde está ni, desde luego, a dónde va.
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