Ciudadanos optó un tiempo atrás por emplear el tono de campaña de continuo. Es decir, por aumentar el volumen de su discurso para hacerse notar. La efervescencia tiene una virtud, y es que sucede en una reacción rápida y vistosa. También tiene un defecto, y es que es demasiado fugaz. Ocurre que cuando uno opta por moverse entre esa espuma, puede diluirse con facilidad. O no sonar creíble cuando se pone el traje de moderado. Después de unos meses en los que la formación naranja -digámoslo así- se ha excedido en su discurso en algunas ocasiones; e incluso ha caído en fantasmagoría, Albert Rivera ha dicho este lunes en El Hormiguero que no le gusta “jugar con las vísceras” en política, pues eso sólo contribuye a dividir la sociedad.
El líder de Ciudadanos tiene razón en lo que dice, pues la confrontación no parece la mejor forma de hacer política. “Hace falta menos grito y un poquito más de comprensión hacia el que piensa distinto”, ha afirmado. Luego, se topa cualquiera con los mensajes de las redes sociales de Toni Cantó o de Juan Carlos Girauta -por ejemplo- y puede llegar a pensar que las consignas no les llegan a todos en ese partido o que su líder dice cosas que no piensa. Lo de no dividir, a veces debería empezar por uno mismo.
Rivera ha sido el tercero de los tres candidatos de la centro y derecha española que ha pasado por la mesa de entrevistas de Pablo Motos. Lo ha hecho sin corbata, con estilo informal, con el tono que emplean los candidatos a la Presidencia cuando quieren hablar al público de tú a tú. Durante la conversación, ha restado importancia a las encuestas que pronostican la pérdida de hasta 40 escaños para Ciudadanos y ha rehuido la pregunta relativa a su posible dimisión en caso de que se cumplan estos malos augurios. También ha hablado de los presuntos intentos de desestabilizar el partido por parte de los rivales y del establishment: “Nacimos contra viento y marea, pero no voy a perder ni un segundo en lamentarme ni lamerme las heridas”.
El concepto de dividir
El discurso de Rivera es efectista y tiene algunos razonamientos intachables. “Hay que tener cuidado (...), pues quien divide a una sociedad, al final tiene un país ingobernable”, ha expresado. Después, ha afirmado que no gobernaría con Pedro Sánchez porque no le gusta su concepto de país y ha descartado (implícitamente) pactar con los independentistas y quienes quieren romper el país. “Con esos no hay que ir ni a la vuelta de la esquina”, ha apuntado.
“Si no pagas IRPF te crujen; pero si eres político separatista sales beneficiado"
Ciertamente, entre el enorme ruido de Cataluña, el crepitar de los restos de Franco y los ecos de los eslóganes de la precampaña electoral, el programa de Pablo Motos se ha convertido en un buen escenario para comprobar cómo se dirigen los candidatos al ciudadano de a pie, el que ve la televisión mientras cena. Y se puede decir que no ha habido ninguno que haya renunciado a su dosis de demagogia. Lo hizo Abascal, lo hizo Casado y lo ha hecho Rivera, quien ha dejado algún razonamiento de esos que se diría que no ayuda mucho a huir de 'la víscera': “En Extremadura, como no la lían y no son supremacistas, no tienen un tren que les lleve en menos de 6 horas".
-Albert, ¿tú cogerías el teléfono a Torra?
-A Torra le cogería la matrícula.
El líder de Ciudadanos ha apostado por buscar un “mínimo común denominador” y alcanzar pactos de Estado entre PP, PSOE y su formación política después de las próximas elecciones. También ha denunciado el “circo mediático” que montó Sánchez para completar la exhumación de Franco -de la que era partidario, pero por consenso, no mediante un Real Decreto- y ha expresado su opinión favorable a que los condenados por la organización del 1-O cumplan íntegras sus penas. También con demagogia: “Si no pagas IRPF te crujen; pero si eres político separatista sales beneficiado". Todo critican aquello de lo que dicen que rehuyen y de lo que pecan constantemente.
En un momento, en tono jocoso, Rivera se ha definido como liberal, ibérico y español, en contestación a una acusación de Pedro Sánchez en la que le acusaba precisamente de ser eso.
Posteriormente, Pablo Motos le ha preguntado de forma velada “por las cosas de las que no habla” (sobre su novia, vamos) y ha dicho que va todo bien. Y, las hormigas del programa se han interesado por si alguna vez ha fumado cigarritos de la risa. “Hace muchos años”, ha contestado.
En los tiempos de la política-espectáculo, parece más efectivo conocer si el candidato tiene cintura en lo informal que escucharle recitar la misma retahíla de lugares comunes que el público, resabiado tras cuatro elecciones generales, sabe de memoria. Ahora bien, la pregunta es si alguno de los que han conducido al país a esta situación aún están acreditados para el humor. No ya para lo suyo.
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