La estrategia electoral de cara al 10-N se elabora en Moncloa. Ferraz -sede del PSOE- se limita a asentir. Es una de las características de los partidos modernos: el líder manda más que nunca. Las decisiones se toman en reducidos comités a los que sólo asisten los que conforman el círculo íntimo del jefe, en este caso, del presidente del gobierno (en funciones).
El presidente cuenta con un poderoso aparato que brujulea en el Edificio de Semillas del complejo presidencial de Moncloa. Sociólogos, politólogos, matemáticos, psicólogos, expertos en demoscopia, gente consciente de su poder que sube y baja escaleras con papeles, con informes. Muchos jóvenes. Se creen los reyes del universo.
Saben -dicen- lo que el resto de los mortales desconocemos. Ellos ven mucho más lejos y con mayor profundidad lo que está pasando en la sociedad, las tendencias... Llevan puestas las luces largas, dicen.
No hay ninguna encuesta -salvo las de Tezanos- que vaticine una victoria amplia del PSOE, que fue la razón verdadera para repetir las elecciones
La realidad, afirman, es tan sólo apariencia. Estamos a punto de ser testigos de un auténtico seísmo electoral y no nos damos cuenta.
Este lunes, por ejemplo cuatro medios publicaron encuentas (ABC, El Mundo, La Razón y El Diario.es). La media de esos sondeos da al PSOE 120 escaños; 100 al PP; 32 a Unidas Podemos; 35 a Vox; 19 a Ciudadanos, y 4 a Más Madrid.
Es la constatación de una tendencia que viene manteniéndose en las últimas semanas y que los disturbios de Cataluña y la exhumación de Franco no han hecho sino consolidar.
Pregunté al super gurú de Moncloa y esta fue su respuesta: "Los sondeos no están recogiendo las tendencias profundas. Queda mucho todavía para el 10-N y hay mucha gente que no decide su voto hasta el último día. Nuestra gran baza es Pedro Sánchez. Toda la campaña se basa en él, porque la gente le percibe como el único político que puede poner fin a un largo periodo de inestabilidad. Por eso hablamos de gobierno fuerte. Es una llamada a la movilización de los indecisos para que el gobierno de España no dependa ni de los extremistas ni de los independentistas".
Como los gurús son gente de otro nivel habrá que concederles un cierto grado de omnisciencia. Pero yo, por más que le pongo voluntad, veo más niebla que luz en este último tramo hacia el 10-N.
Hay al menos cinco elementos que contradicen los motivos por los que Sánchez decidió ir a una "segunda vuelta" al rechazar un pacto de investidura con Pablo Iglesias:
1º El PSOE no sólo no se dispara, sino que no remonta. Al margen de lo que pueda hacer este martes el bueno de Félix Tezanos (su CIS se esperaba en Moncloa como agua de mayo y con razón: ¡les ha otorgado hasta 150 escaños!), lo que dicen todas las empresas que se dedican a hacer sondeos, pongamos que de forma profesional y de buena fe, le dan al Partido Socialista un resultado muy parecido o incluso inferior al que logró en abril (123 escaños).
2º El PP le pisa los talones al PSOE y superaría incluso los 100 escaños. No parece muy sensato repetir unas elecciones para fortalecer al principal partido de la oposición, que es lo que justamente parece estar sucediendo. Mientras que Ciudadanos se hunde, el partido de Pablo Casado sueña incluso con un empate técnico. Por ahora, parece el más beneficiado de la "segunda vuelta" ideada por Sánchez.
3º Pablo Iglesias no se descalabra. La repetición electoral se planificó no sólo para elevar al PSOE hasta una cota -se llegó a decir durante el verano- de 150 escaños, sino para ver desfilar el cadáver del Coletas camino del cementerio de la historia. Pero no. Ni siquiera con la competencia de Errejón, UP baja de los 30 escaños.
4º Vox se frota las manos. Santiago Abascal debería ponerle un manojo de velas al presidente del gobierno por haber decidido acortar la legislatura y forzar nuevas elecciones. Vox no sólo no se ha desinflado, como vaticinaban algunos, sino que puede aumentar su representación en 20 escaños. Las hogueras de Barcelona y la exhumación de Franco han puesto al populismo de derechas en el candelero.
5º El fin de la operación era conformar un gobierno estable. Si el sprint final de Sánchez no lo remedia, los resultados del 10-N no resolverán ninguno de los problemas que había para conformar un gobierno estable tras el 28-A. Para formar gobierno habrá que hacer pactos. Con el añadido de que ahora la situación económica se ha deteriorado y, además, las cosas en Cataluña están casi peor que nunca.
Todos estos factores los vemos los que no compartimos la sabiduría que emana del Edificio de Semillas, pero parece que no afectan a los que podrían tener algo que decir en el PSOE -llámense barones, dirigentes o cargos públicos-. No se escucha ni el ruido de una mosca. Todos miran con cierta prevención al 10-N deseando que el jefe tenga razón. Pero el tiempo vuela y ahora a Sánchez ya sólo le quedan doce días para demostrarnos que todos estábamos equivocados.
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